
Qué ver en Brest y alrededores, en la Bretaña francesa
Bienvenidos a Brest, la segunda ciudad administrativa de la Bretaña francesa. Una ciudad que en un primer golpe de vista decepciona, en parte por que todo es nuevo. No olvidemos que fue una de las localidades más destruidas por los bombardeos durante la II Guerra Mundial. Pero en cuanto se profundiza en su historia y en su entorno, pronto conquista a todos. Aquí las claves para exprimir y disfrutar de la que es también capital de la provincia del Finisterre, situada en el extremo más occidental de Francia.

Al llegar a Brest muchos viajeros se decepcionan. Efectivamente, la primera toma de contacto con Brest desilusiona bastante. Y es que esta localidad de 150.000 habitantes, dista mucho de la imagen tópica y preciosista que se tiene de las coquetas urbes galas.
Brest es una ciudad fría, rodeada de acantilados de vértigo y un mar batiente y gélido que tantas pesadillas han causado a navegantes a lo largo de la historia. Cuentan los lugareños que además está llena de seres mitológicos. Brujas, hadas, brujos y fantasmas varios que multiplican ese aire tan misterioso y esotérico que flota en el ambiente.
¿SABÍAS QUÉ? En las frías costas de Bretaña todos los crustáceos viven felices, es la razón de la excelente calidad del marisco, plato típico en los restaurantes de la zona y también en las mesas particulares. Esto se debe a que el marisqueo para el consumo particular es una actividad permitida, solo se prohíbe su comercio. Por eso es un plato habitual en las casas de los bretones, e tanto en las casas particulares., rebosante de edificios impersonales construidos en los años cincuenta que en principio no seducen a nadie.
Tras este entorno salvaje se encuentra Brest. La estética de la ciudad se corresponde con esa primera imagen un tanto inhóspita. Dura, apagada, rebosante de edificios impersonales construidos en los años cincuenta.
Brest, ciudad arrasada en la II Guerra Mundial
Como os decía al principio, la culpa de este aspecto la tiene la II Guerra Mundial. La ciudad, que durante la ocupación nazi fue su base submarina, sufrió, en 1944, intensos bombardeos por parte de los aviones aliados, americanos y británicos. Algo parecido a lo que ocurrió en la alemana Dresden, de la que ya he hablado posts anteriores, aunque los autores de la tragedia fueron diferentes.
Los nazis eligieron Brest por su estratégica ubicación con tres puertos comerciales. Fue el cardenal Richelieu quien, allá por el siglo XVII, tomó la decisión de convertir a Brest en un puerto militar, y años más tarde, el rey Luis XIV reforzó su importancia confirmándola como sede del gran puerto de la Marina Real.

Sabias decisiones estratégicas desde el punto de vista bélico, que tuvieron consecuencias comerciales. Durante los años de la Revolución Industrial Brest se consolidó también como puerto de embarque y desembarque de gran parte de las las mercancías que entraban y salían de Francia.
Fue también en esos años años cuando se confirmó su potencial como puerto pesquero y la afición local de consumir siempre pescado recién salido del mar con una sidra de barril como compañera. La bebida bretona más consumida. Aunque la verdad es que en esta tierra hacen maravillas con las manzanas: dulces, pasteles…
CONSEJO: reserva aquí una visita guiada por Brest con un guía experto que te ayudará a entender bien la compleja historia de la ciudad.
Los alemanes pronto percibieron el poder de esas valiosas infraestructuras militares y comerciales. Por eso, durante la II Guerra Mundial, los nazis situaron en Brest su base submarina. Pero esa decisión fue también la razón de su desaparición.
En 1944, tras el desembarco de Normandía, los aviones aliados se apresuraron en destruirlo todos los arsenales alemanes by Brest fue un objetivo prioritario. En pocas de horas, aquella encantadora localidad fortificada de estrechas callejuelas y ostentosos palacios y casonas quedó reducida a cenizas.

La reconstrucción de Brest
La reconstrucción de Brest fue rápida, pero al contrario de lo que ocurrió en Dresden, – ciudad que poco a poco pudo resurgir de las cenizas y ya luce de nuevo con su mejor cara- en Brest la destrucción fue casi absoluta. Y no se pudo recuperar casi nada. Para que la gente pudiese volver a vivir en la ciudad hubo que darse prisa. Y los edificios que se levantaron fueron todos funcionales y distribuidos en calles rectilíneas. Todo diseñado con rapidez a golpe de escuadra y cartabón.

Brest antes de los bombardeos
Para hacerse una idea de cómo era Brest antes de los bombardeos hay que visitar la Motte-Tanguy. Una torre vigía original del siglo XVI creada en su momento para controlar el tráfico del río Penfeld. Fue una de las pocas construcciones históricas que se mantuvieron. Actualmente, en su interior se encuentra el Museo Antiguo donde se exhiben objetos, fotos y maquetas de las calles más pintorescas de esa ciudad ya desaparecida.
Otro monumento destacable es el castillo situado en la zona del puerto. Construido en el siglo XII sobre los restos de un viejo castro romano, hoy en día alberga el Museo de la Marina donde se conserva un interesante submarino alemán.

Frente al castillo, el Recouvrance, puente que une las dos partes de la ciudad y otra de las curiosidades de Brest. Presume por ser el puente levadizo más largo del mundo, con 87,5 metros de largo, construido en 1954.

Más moderno y también impresionante es el el puente del Iroise, con sus peculiares tensores metálicos. Se inauguró en 1994 para cruzar el río Elorn y es una prueba de que Brest también es una ciudad con una gran apuesta de futuro.

VISITA A OCEANÓPOLIS
Si te gusta el mar no puedes marcharte de Brest sin visitar Oceanópolis. Un gran parque acuático dedicado a todos los océanos del mundo y que es único en Europa. Entre sus muchas curiosidades destacar la clínica para focas.
Los faros de los alrededores de Brest
Pero sin duda lo mejor de Brest son sus alrededores. A pocos kilómetros del centro ya asoman esas rocas afiladas y esos altísimos acantilados tan temidos por navegantes. Había tantos peligros y tantos naufragios que cuando se construyeron los puertos de Brest hubo que crear también faros, infraestructuras necesarias para que los miles de barcos que navegaban por la zona pudiesen llegar a puerto sanos y salvos. Razón por la cual las costas bretonas acogen la mayor concentración de faros del mundo
Hoy, muchos de esos faros son lugares icónicos. No sólo por haber evitado el hundimiento de cientos de miles de barcos y de personas. Son todos construcciones maravillosas, torres de luz que conservan un toque romántico. Y el aire de misterio típico de parajes recónditos expuestos al azote del viento y del más fuerte oleaje.
V
EXCURSIÓN POR LA COSTA DE LAS LEYENDAS
¿Sabes por que a esta costa la llaman la de las leyendas? Haz una excursión con l salida desde Brest para descubrir los secretos de este recóndito lugar del Finisterre francés.

El bellísimo faro de Saint Mathieu
El más famoso de todos los de la zona es el faro de Saint Mathieu, situado en el cabo del mismo nombre – en uno de los salientes del llamado Finisterre bretón. Su esfinge altiva está junto a las ruinas de una impresionante abadía benedictina originaria del siglo XVI. El conjunto es de una belleza que sobrecoge. Si tienes suerte y visitas este lugar un día despejado verás una panorámica que abarca desde la punta del Raz hasta la isla de Ouessant.
Cerca del faro hay un pequeño hotel. También un delicioso restaurante donde recomiendo pedir la vieira rellena de foie. Deliciosa. Si prefieres alternativas puedes probar los siempre habituales crepes, dulces o salados. Los preparan en unas planchas especiales y siempre con mantequilla. El ingrediente básico también para cocinar postres locales como por ejemplo las galletas Traou-Mad. No dejes de probarlas.

El fotogénico faro de Trézien
Un poco más al norte asoma el faro de Trézien. Está automatizado desde el año 1986 pero abierto para los visitantes que se vean con ánimo subir a pie la escalera de 183 escalones que sube a la linterna.
Otro faro mítico en los alrededores es el de la isla Vierge (Isla Virgen). Tiene una torre de 82 metros que le sitúa en como líder con doble titulación. Es el más alto de Europa y también es el faro más alto del mundo construido en piedra.

Pueblos encantadores cerca de Brest
Pero lo mejor de esta ruta es que entre faro y faro, entre acantilado y acantilado de pronto surgen también tranquilos pueblecitos pesqueros encantadores. Portsall es uno de ellos pero te recomiendo que investigues a ver cuál es el que más te gusta.
Si te diriges al sur podrás visitar otras localidades también muy interesantes como son Plougastel, conocida en la zona por su Museo de la Fresa (fruta también muy típica en esta región) y por su calvario, una obra de arte que presume por su colosal tamaño.
Una vez conocido su pasado y empapados de su historia la imagen de Brest y de sus alrededores cambia y pasa de ser una ciudad “fría” a convertirse en un lugar rebosante de magia e historia. Ah, y buen lugar donde atracar si tienes un velero.

El triángulo celta
Definitivamente Brest es un buen punto de referencia pero no debe ser el objetivo único del viaje. Lo importante de esta ciudad es su situación privilegiada rodeada de islas, faros y pueblos encantadores.
Todo ello aderezado las tormentas eléctricas y temporales que tantas historias y leyendas han inspirado y tanta fama le han dado a esta región que, junto con los Finisterres de España e Inglaterra (el Landsend de Cornualles), forma el denominado triángulo celta cuya fama se ha extendido más allá de fronteras naturales.


8 Comments
Nicolás Boulangger Peña
Soy la 4ta generación de la familia Boulangger en el Perú. Posterior al año 1835 llegó al Puerto de Paita / Piura / Peru: Don Denis Francois Boulanger; cuyos padres Pierre Marie Boulanger & Marie Jeunne Habard, eran de Brest. Tengo interés en conocer los sitios turísticos de Brest-Finisterre-Bretaña-Francia.
Juan
Yo estuve hace unos meses. Seguí este itinerario http://www.walkingo.com/route.php?city=213
La verdad es que lo único reseñable es el castillo. Un poco soso Brest : (
Manuel Segura
A mí Vigo (en la provincia de Pontevedra) me pareció una ciudad muy fea. Como en Brest, llena de edificios impersonales de los años 60 o 70 como muros en las calles y sin ningún monumento… No tiene nada de interés, ciudad puramente industrial en el más estricto sentido de la palabra.
Alberto
Sara Romero(2014) no ha estado en Vigo.
Yo soy andaluz, no de Vigo. Perp ésta no es
una fea ciudad.
HERIBERTO H RODRIGUEZ CARPIO
De todos modos me gustaría conocer Brest y puntos vecinos
Sara Romero
Sí, Brest recuerda a Vigo, ciudad industrial del norte de España, que es ciertamente fea con ganas, con edificios grises baratos e industriales sin personalidad. Vigo aunque no fue destruida no tiene ningún monumento, ya que creció como barrio industrial de la provincia de Pontevedra, y los monumentos los tiene Pontevedra capital, que es la ciudad histórica y monumental. Vigo es tan impersonal que se asocia a un puente de la autopista que no está en la ciudad ya que no tiene ningún monumento diferenciador.
sophie
Hola,
soy de brest, gracias por este post. Les informo que existe ahora una línea directa: brest/barcelona los jueves y domingos con vueling. 120€ ida y vuelta!!
Francisco Miranda
Curiosamente por momentos parece que estás en una antigua república socialista y hay cosas que recuerdan a Vigo.
Desgraciadamente es una ciudad bastante fea en general.