
Curiosidades sobre brujas, culpables de las pestes en la Edad Media
Epidemias grandes ha habido muchas a lo largo de la historia. La peste negra fue quizá la más dañina de las vividas. Se origina Asia y llega a Europa a través de la “ruta de la seda“. Su peor momento fue entre los años 1347 y 1353 y acabó con la vida de más de 24 millones de personas. En los siglos XV y XVI hubo nuevos brotes y surgieron más enfermedades: gripes, viruelas, sarampión… A estos males hay que sumar otros como la guerra de los 80 años en los Países Bajos. Hambrunas. Plagas. Temperaturas gélidas… Curiosamente, la creencia popular tenía claro que las únicas culpables de todos estos males fueron las brujas.
Hace un par de años en un viaje a la ciudad belga de Brujas tuve la oportunidad de ver una exposición que, curiosamente, trataba todos estos temas desde un punto de vista curioso. Analizaba los males de la Edad Media pero basándose en las supuestas “culpables” de tantas epidemias y desgracias: las brujas.

Origen del nombre de la ciudad de “Brujas”
El hecho de que la exposición fuese en Brujas fue casual. Lo matizo pues es la pregunta más habitual. Cuando los viajeros llegan a esta ciudad del norte de Bélgica, en la región de Flandes, la duda asoma. ¿Hay brujas en Brujas? ¿De dónde viene el nombre? Pues no. En realidad el origen del nombre de la ciudad de “Brujas” no tiene nada que ver con las hechiceras malignas. Procede de la expresión germana “brugj” que significa “embarcadero” en alusión a los canales que definen esta hermosa urbe con aspecto veneciano.
Se dice que fue justo un español quien tradujo la palabra asociando aquel sonido al término más semejante existente en la lengua de Cervantes. Pero todo parecido con el significado “hechicera” es puramente casual.

Pero volvamos al tema que nos ocupa. Brujas no era una ciudad famosa por la magia de sus habitantes pero lo que está claro es que brujas hechiceras, haberlas las hubo.
Las brujas, culpables de todos los males
No sólo allí. Durante la Edad Media, en toda Europa se vivió una persecución terrible contra mujeres (y algún hombre) a quienes se acusaba de los males que asolaban y de ser las autoras de hechos diabólicos.
Muchas de ellas acabaron en la hoguera, o fueron salvajemente torturadas. La llamada “caza de brujas” arrancó a mediados del XV. Cuentan los historiadores que fue concretamente en 1430 cuando empezaron los primeros juicios contra estas mujeres perversas a las que se hacía responsables de todo lo malo que ocurría. La ignorancia en materia científica y medicina obligaba a buscar respuestas en hechos sobrenaturales.

Bruegel El Viejo, el creador de “la bruja”
¿Pero cómo era en realidad una bruja? La imagen de la mujer fea, llena de verrugas que vuela y utiliza un caldero para preparar sus pócimas mágicas se la debemos a Pieter Bruegel, apodado El Viejo (1525, 1569). Uno de los más grandes maestros flamencos de la época. Y uno de los grandes artistas de la historia.
Fue él, en su afán por interpretar los años que le tocó vivir, quien representó por primera vez a una bruja que se desplaza en una escoba voladora y que elabora sus ritos ante el fuego de una chimenea.
Una imagen que ha hecho historia y que es el origen de la exposición que os comentaba al principio titulada “las Brujas de Bruegel” (Bruegel’s witches”) . Como curiosidad apuntar que estuvo espuesta en el museo Sint-Janshospitaal el cual presume por haber sido el hospital más antiguo de Europa. La belleza del edificio merece una visita en su misma, tenlo en en cuenta te animas a visitar Flandes.

En la muestra, fruto de la tesis doctoral de Renilde Vervoort, se observaba cómo la imagen creada por Bruegel se extendió. Pronto otros pintores de la época replicaron aquel aspecto de mujer maligna y temida capaz de pactar con satanás y atraer a todos los demonios.
En la exposición además de los grabados de Bruegel se exhibían obras de otros artistas contemporáneos que también reflejaron el poder de estas odiadas mujeres. Por ejemplo, David Teniers el Joven, Hans Baldung (Grien), Johann Jakob Wick… así como objetos varios relacionados con la brujería, escritos, esculturas…
Ahora para ver la obra de Brueghel el Viejo puedes ir al Museo del Prado de Madrid, al museo de Bellas Artes de Viena, el Kunsthistorisches, a National Gallwery en Londres y por supuesto a los Museos reales de Bellas Artes de Bélgica, en Bruselas.

La pequeña Edad del Hielo en Europa
Aquellos cuadros expuestos eran ante todo el reflejo de la época en la que vivieron Bruegel y sus contemporáneos, marcada por varios desastres.
Para empezar el frío. Cuentan que el siglo XVI fue especialmente gélido en todo el norte de Europa. Las temperaturas bajaron de manera extrema. Los lagos y ¡hasta los mares! se congelaron. De ahí que fuese una era (aproximadamente de 1560 a 1630) que ha pasado a la historia como “la pequeña edad del hielo”.
Como anécdota, contar que el día en que vino al mundo Carlos I de España y V de Alemania (nació en Gante un 24 de febrero del año 1500) cayó una nevada histórica y los termómetros alcanzaron temperaturas gélidas. Su reinado coincidió con estos años críticos en la historia de Europa.

A esto debemos sumar los conflictos como la guerra de los 80 años en los Países Bajos. Hambrunas por la pérdida de cosechas y del ganado. plagas. La peste seguía presente en toda Europa y además surgieron nuevas enfermedades como el sarampión, la viruela, la gripe, la sífilis… La falta de higiene, las ratas… complicaba todo un poco más. La muerte estaba más presente que nunca.
Todos estos males exigían un culpable. Las “brujas”, amigas del mismísimo diablo, pronto se convirtieron en el punto de mira de gran parte de la sociedad, desesperada ante tantas y superlativas calamidades.

Las brujas ¡a la hoguera!
Empezó así una persecución terrible que concluyó con juicios populares. Las mujeres sospechosas de practicar la brujería eran quemadas vivas tras juicios ridículos y poco éticos. La gente era muy supersticiosa.
Necesitaban desesperadamente encontrar culpables a todas sus desgracias como única solución al fin de las calamidades. Pensaban que el fuego era la única forma de acabar con ellas y por tanto poner fin a tanto sufrimiento. También se les practicaban crueles torturas destinadas a hacerlas confesar sus poderes ocultos…

Por supuesto, todo este terror quedó reflejado en la pintura como se aprecia en la muestra. Y en la literatura. En la exposición se mostraban también manuscritos donde se leen menciones a estas hechiceras. Y por supuesto leyendas que han llegado a nuestros días.

Las huellas de aquellos años terribles aún permanecen en muchas ciudades. Basta escarbar un poco para encontrar testigos de la época. En la medieval Brujas encontramos bastantes.

Plazas donde se ejecutaba a las brujas
Por ejemplo, es curioso descubrir que las argollas que decoran la fachada renacentista del actual Archivo de Brujas (antes Tribunal de Justicia) en la plaza Burj (plaza del Ayuntamiento) en realidad eran soportes para cadenas con las que se apresaba a las brujas durante la Edad Media, antes de su ejecución en la hoguera ante todos los habitantes de la ciudad.
Fueron cientos las “brujas” que vieron en este escenario el fin de sus días, según confirman los archivos municipales que se conservan.

La leyenda de las brujas y el jorobado
También es curioso escuchar leyendas que perviven como la de aquel jorobado que tras una noche de “juerga” se encontró con un aquelarre ante la iglesia .
Al ver la “fiesta” pidió participar y las hermosas mujeres que bebían y bailaban alrededor de la hoguera no sólo le permitieron entrar en la danza sino que le dijeron que si le daba un beso al diablo, su mayor deseo de haría realidad. El hombre no dudó y pidió mientras le besaba que su joroba desapareciese. Y de repente, como por arte de magia, esta se colocó en lo alto de la torre de la iglesia.
Feliz el jorobado, al día siguiente y ya liberado de su peso, contó su historia a un amigo con el mismo problema. Este, deseoso de despojarse de su giba acudió esa noche a la iglesia en busca de las mágicas mujeres.
La escena se repitió. Pero cuando llegó el momento de besar a satanás, el segundo jorobado se acobardó. Y ¡cuál fue su sorpresa al ver como la “protuberancia” de su amigo, que lucía en la torre de la iglesia, se colocaba sobre su espalda, con lo que se ganó un doble peso para el resto de su vida. (Creo que esta leyenda de los dos jorobados se cuenta en otras muchas ciudades, pero a mi me la han contado en Brujas y por eso aquí la ubico).

El caso es que la iglesia de la leyenda existe. También el callejón donde las brujas bailaban. Y el bar frecuentado por los jorobados. Por cierto, buen lugar donde tomar una cerveza pues en este lugar se esconde también en el bar más antiguo de Brujas: el Vlissinger, en Blekerstraat 2.
El caso es que con brujas o sin ellas, Brujas es un destino cargado de magia y exoterismo que seguro te va a hechizar. Y si observamos con atención el arte y las leyendas descubriremos muchas curiosidades sobre nuestro pasado. Buena tarea a la que dedicarnos durante la cuarentena.

