
Consejos para saborear la mejor gastronomía de Flandes
Al pensar en Flandes (región de Bélgica) siempre me vienen a la cabeza sabores. Olores. Texturas. Confieso que cuando regreso a casa tras unos días en esta hermosa tierra, mi maleta vuelve cargada de productos gastronómicos con los que obsequio a mi familia, delicias belgas clásicas ya habituales en mi despensa. Reconozco que incluso he adquirido costumbres culinarias que aplico en mi propia cocina, por ejemplo esa peculiar forma de freír las patatas fritas. O esa salsa de mayonesa aderezada con un punto de mostaza.

Flandes es lugar donde se puede disfrutar comiendo y por supuesto, bebiendo. He aquí doce consejos para que esa experiencia gastronómica sea realmente placentera.
1. Cucurucho de patatas “frites”:
No es una delicatessen pero es un clásico. Los encontrarás en todas partes, en puestos ambulantes, en pequeños locales donde sólo sirven patatas con salsas. Por supuesto, las hallarás también en las cartas de más de un buen restaurante. Son tan típicas que incluso hay concursos cuyo ganador se lleva el título de vender, por ejemplo ¡las mejores patatas fritas de Bruselas! Tarea difícil y competitiva si tenemos en cuenta que hay en la capital belga ¡más de 5000 friteries! En las colas tropezarás con todo tipo de personas. Desde familias con niños, parejas jóvenes, ejecutivos trajeados… no hay belga que no tome su ración de patatas de vez en cuando.
Lo más tradicional es que te las sirvan en un cucurucho de papel. Y la salsa más solicitada es la mayonesa. Yo no me voy nunca de Bruselas sin tomarme un buen cucurucho y ¡lo disfruto como si del mejor manjar se tratase!
El truco, me cuentan, de su peculiar textura es que se fríen en dos tandas. La primera a fuego más bajo, a unos 160º. Cuando ya están un doradas, se sacan y se dejan reposar unos 15 minutos antes de darles la segunda pasada, esta vez a más temperatura, 180ºC por ejemplo. De ahí esa sensación crujiente por fuera y suave por dentro.
Si te animas a degustar las frites más famosas de Bélgica, dicen los expertos que son las de Chez Antoine en Bruselas (1, plaza Jourdan). Eso sí, paciencia con las colas.
Como curiosidad. Si las patatas belgas te gustan tanto que quieres profundizar en sus orígenes, en Brujas hay un museo dedicado a la su historia. Y en la bellísima Plaza Mayor de esta misma localidad, hay dos puestos de frites que abren ¡toda la noche!

2. Mejillones (moules).
Otro de los platos representativos de Flandes. Habitualmente los que se ofrecen proceden del mar del Norte, y antaño llegaban a Bruselas en barco. Se cocinan de muchas maneras pero la receta más habitual es hervidos en cazuela con apio y vino blanco. ¡Se sirven en la mesa acompañados de patatas fritas, por supuesto!.

Entre las direcciones más famosas donde saborear unos mejillones cabe destacar la Rue des Bouchers en Bruselas, la más popular para cenar, situada un lateral de la Grand Place. Callejuela peatonal, llena de restaurantes, terrazas y con gente en cualquier época del año. Muy colorista a los ojos, pero ¡ojo!, también muy turística y por tanto no todos los establecimientos destacan por su calidad. Si quieres acertar, no lo dudes. Entra en Chez León, buena opción. La prueba es que tengo amigos belgas que van con frecuencia a ese restaurante a tomar sus mejillones y es de ellos de quien parte la recomendación. Como soy chica obediente y confío en los consejos de los que saben, reservo mi mesa en este restaurante siempre que viajo a Bruselas y siempre salgo encantada.

3. Croquetas de bacalao y sopa de pescado.
Cerca de la Grand Place en Bruselas, encontrarás uno de esos lugares donde hay que ir a tomar el aperitivo. Donde los de Bruselas van a ver y a ser vistos. Ideal si vas a media mañana o a media tarde. Es la Mer du Nord (Nordzee en flamenco), en el 1 de St Catherine, en el barrio del mismo nombre (hace poco han abierto una sucursal en el barrio europeo). Su ubicación no es casual.

En esta zona de Bruselas se ubicaba antaño el puerto. Hoy sigue siendo un barrio de referencia donde degustar productos del mar.

La barra del Mer du Nord está al aire libre y siempre hay gente. Lo normal es pedir croquetas de bacalao (para mi gusto flojas), sopa de pescado (muy rica) aunque la carta sin ser muy abundante ofrece más opciones.

A ser posible, todo acompañado de un vino blanco o una copa de espumoso o champagne muy frío. Debes pedir en la barra y esperar a que el camarero grite tu nombre. Luego, para comer, puedes apoyarte en las mesas que hay en la plaza. Si te atreves, también tienen caracoles en la carta. Yo no los he probado pero me han dicho que están ricos. ¿Alguien que lo confirme?
4. Scargots o caracoles.
Sí, sí, son caracoles, frecuentes en muchos menús y ¡hasta hay puestos en la calle donde te los venden en cucurucho, como las patatas. Siento no poder contaros mucho más sobre este molusco comestible pues confieso que soy incapaz de probarlos. Agradezco si algún lector nos da consejos sobre los mejores caracoles de Bruselas aunque pido disculpas de antemano pues yo no pienso ir a comprobarlo la veracidad de esa recomendación.
5. Espárragos.
Cuando llega la primavera los mercadillos de Flandes se llenan de espárragos, el llamado “oro blanco” de los flamencos.

Una de los manjares más exclusivos de la región. Suelen ser gordos y grandes. Mejor dicho ¡muy grandes! Sirva como anécdota que cuentan que en un día de sol el espárrago puede llegar a crecer ¡hasta 15 centímetros!
Cuando llega su temporada, desde finales de abril hasta finales de junio, los encontrarás en muchos los restaurantes. Preparados de mil formas. Dicen los lugareños que los mejores son los de Kinrooi, una aldea con una sola calle situada en el este de Flandes, ya muy cerca de la frontera con Holanda.

6. Gofres o Wafles.
Abro la carta de los postres y aquí si que no le hago ascos a nada. Para empezar ¿qué tal un gofre, o wafle en flamenco? Asoman por doquier. Son una especie de galleta esponjosa, blandita por dentro pero crujiente por fuera. Se preparan con harina, huevos, vainilla, azúcar y leche. Debe su peculiar forma cuadriculada a la plancha donde se cocinan y dicen que los de Bruselas son cuadrados y tienen 20 agujeros, frente a los de Lieja que son más pequeños y tienen 24 cuadraditos.

Se sirven acompañados de azúcar glass espolvoreada, con chocolate (mis preferidos), con nata montada, con fresas, plátano o frutas varias, con helado, de siropes… lo cierto es que cada vez que voy a Bruselas descubro nuevas opciones de gofres, cada una a cual más rica. Suelen prepararse al momento. Calentitos y recién hechos están deliciosos. Su aroma es muy intenso, invasor diría yo. Y toda Bruselas está bañada por el dulce efluvio del gofre, el cual tiene el don de abrir el apetito.

Como consejo, dicen que los mejores gofres son los de la Maison Dandoy. Ah. Si tanto te gustan, no dejes de comprarte una plancha para hacer gofres. Casi todos los belgas tienen una en su casa.
7. Speculoos.
Hablando de Maison Dandoy, esta tienda de dulces y galletas merece una reseña especial. Son las “mejores de Bélgica” recalcan varias personas. Especialmente ricas son las speculoos. Galletas típicas en todo el país. Antaño eran dulces de consumo navideño pero ahora se han popularizado tanto que brillan como la galleta belga más famosa. Como comentaba antes, las de Maison Dandoy son deliciosas, de ahí su eslogan que reza “spectaculoos speculoos” aunque las más populares son las de la marca Lotus, las cuales encontrarás en cualquier supermercado (también en España).

Lo que sólo hallarás en Bélgica es la pasta de speculoos. Una especie de mantequilla elaborada con “puré de galletas” que es la merienda típica de los niños belgas. Un equivalente a nuestra nocilla que me cuentan inventó una ama de casa belga. Los hay de dos tipos, el normal y el “crunchy” o crujiente con trocitos de galleta, nuestro favorito. Mi maleta siempre vuelve a España cargada de botes de speculoos y cuando se me acaba, es un encargo habitual que hago a los amigos que residen el Bruselas.
8. Chocolate.
Ha llegado el turno del chocolate. El manjar belga por excelencia. Su fama es mundial y no sólo por los sabores y texturas, sino también por la desbordante imaginación que caracteriza sus creaciones. Ser chocolatero en Flandes en un arte.
El origen de este buen hacer es curioso. Cuentan que fue Jean Neuhaus quien inventó el “praliné” de chocolate, el cual se puso a la venta por primera vez en la tienda de la marca en la Galerie de la Reine en Bruselas a principios del siglo XX.

El éxito fue tal que poco a poco empezaron a surgir más y más marcas hasta el momento actual. Eso sí, para ostentar el título de “auténtico chocolate belga” es clave saber que debe estar elaborado con cacao al 100%, sin azúcares ni edulcorantes artificiales añadidos. Calidad garantizada.

El resultado de tan dulce reputación salta al a vista en las calles de las ciudades de Flandes, todas llenas de bombonerías y chocolaterías. Pero quiero hacer una reseña especial a la tienda o mejor dicho, palacio del chocolate de Dominique Persoone en Amberes. Templo en mayúsculas, paraíso de golosos, donde descubrir no sólo delicias varias. También puedes ver cómo preparan todo en el obrador de cristal. Y adquirir productos tan originales como el “esnifador de chocolate”.

Curioso aparato diseñado para una fiesta por encargo de los Rolling Stones y que permite “inspirar” el chocolate como si de una ráfaga de aire dulce se tratase. Ventajas ¡no engorda!
9. Pan y pistolet.
Los belgas son grandes aficionados a comer pan y se comercializan miles de tipos. Tiene sentido saber que la cadena de panaderías preciosistas Le Pain Quotidie nació aquí en Bélgica.
También está de moda el “pistolet“: un tipo de pan clásico belga (la pistola) que se ha reinventado relleno de todo tipo de productos; dulce, salado… mmm. Bocadillos gourmet que son la última moda en la Bruselas.

10. Dame Blanche o Dama Blanca.
Es un postre habitual que ofrecen en muchos restaurantes. Delicioso y simple. Dos bolas de helado de vainilla bañadas en chocolate y adornado con nata. Pero hay otra forma de comer este postre que a mis hijas les encanta. Se sirve el helado de vainilla y al lado una barra de labios de chocolate.

A la hora de comer, se lleva uno a la boca la cucharada de helado y con la lengua ¡se relame el chocolate de los labios!. La mezcla es deliciosa y la experiencia súper divertida. Ah, el lápiz de labios de chocolate es otro de los dulces ingenios del maestro Persoone. Mmmm. También suelo comprarlo y es otro clásico en mi nevera.
11. Cuberdons o narices.
Son típicas de Gante aunque las verás en otras ciudades belgas. Deben su nombre a su forma cónica, que dicen asemeja una nariz. Y son como una especie de gominola rellena de frambuesa, aunque ahora ya se comercializan de más sabores. Muy dulces.

12. Y por supuesto ¿Una rica cerveza belga?.
Es la bebida preferida de los belgas. Oro puro. Las cervecerías abundan y Bruselas presume por ser la capital mundial de esta bebida. Se contabilizan más de 45 marcas diferentes de cervezas y cada ciudad tiene las suyas propias. Por ejemplo, en Amberes todo sabe a De Koninck. En Gante toca pedir una Kwak. En Brujas, pídete una Brugse Zot. Y en Malinas, sin dudar, una Gouden Carolus en honor al Emperador Carlos I de España y V de Alemania, nacido en Gante en el año 1500.

Sorprende descubrir que cada marca tiene su propio vaso. Dicen que están especialmente diseñados para potenciar sabores, colores y aromas.

A la hora de elegir qué cerveza pedir, apuntar que están las pils, que son las clásicas rubias y que son las más demandas. Pero últimamente se han puesto de moda las cervezas artesanas muy sofisticadas, de elaboración natural. Algunas incluso se hacen en monasterios, como antaño. No faltan las cervezas de sabores afrutados. ¿Te atreves con una degustación?
La ruta cervecera es amplia, pero hay algunas paradas imprescindibles. Por ejemplo, en Bruselas es recomendable tomar unas “pintas” (pintjes) en la Moeder Lambic, cervecería clásica belga con taburetes de madera, cercana al Ayuntamiento, que presume de tener en la carta más de seiscientas cervezas (Rue Savoie, 68). Aunque el récord en variedad lo tiene por ahora el Café Delirium, local donde podrán probar ¡dos mil quinientos sabores diferentes! (Impasse de la Fidelité, 4). Para ver cómo se elabora la cerveza, vete a la Brasserie Cantillon, que tiene sus alambiques propios.

Si además de la cerveza te gustan los eventos populares, atento: pon rumbo a Lovaina. La cita es el último fin de semana de abril, cuando se celebra el Festival de la Cerveza. El reto, entrar en todos las cervecerías de la Oude Markt, una plaza que según los estudiantes es “la barra más larga del mundo”, por la cantidad de bares que acoge. Otra curiosidad de este país es que no hay una hora de cierre estipulada por ley y los bares permanecen abiertos hasta que se va el último cliente.
Con la cerveza cierro este post no sin antes recordaros que estoy deseando escuchar también vuestros consejos sobre los sabores de Flandes. ¿Alguno que añadir?


One Comment
Arol
lo de Cucurucho de patatas “frites” se parece al bable jaja