
Curiosidades al visitar a Basílica de la Natividad de Belén
Hay muchas tradiciones que se asocian a lugares físicos. El nacimiento de Jesús es un ejemplo. Este hecho histórico que se sigue celebrando más de dos mil años después tuvo lugar en una localidad concreta y que sigue existiendo: Belén. Lo que en tiempo de Jesús era una pequeña aldea formada por cuatro casas ubicadas en una colina hoy es un pueblo situado en territorio palestino, a unos quince kilómetros de Jerusalén capital de Israel. El pequeño pesebre donde el hijo de Dios vino al mundo se ha transformado en una iglesia que presume por ser uno de los lugares más visitados por cristianos de todo el mundo.

La Biblia además de ser un libro religioso también puede leerse como un cuaderno de viajes. Muchos de los lugares que se mencionan tanto en el Nuevo Testamento como el Viejo tienen ubicaciones concretas. Y aunque han pasado más de veinte siglos desde su redacción, aún están en pie y pueden visitarse.
La mayoría de estos rincones sagrados se ubican repartidos entre Israel, Palestina o Jordania aunque también hay menciones a Egipto. Por cierto, una curiosidad. Se dice que los Reyes Magos hicieron en Petra (Jordania) su última escala antes de llegar a Belén.

Cómo llegar a la Iglesia de la Natividad en Belén
La iglesia de la Natividad en Belén es uno de estos. Este templo levantado en el lugar exacto donde se supone que el niño Jesús vino al mundo está a unos quince kilómetros a las afueras de Jerusalén pero pertenece políticamente y geográficamente a Cisjordania, región de Palestina.
Para ir a visitar esta iglesia o basílica los viajeros deben cambiar de país y por tanto pasar una serie de controles aduaneros. Trámites sencillos que puedes organizar a través de agencias especializadas que organizan excursiones desde Jerusalén de unas horas de duración para visitar los lugares asociados al nacimiento.
También puedes ir a Belén por tu cuenta en autobús. Estos parten cada media hora de la estación de Jerusalén desde las 5 de la mañana hasta casi las 22 horas. No olvidemos que además de peregrinos muchas personas de ambas localidades se mueven todos los días entre ambas por motivos laborales. Una vez en Belén, el autobús para a poco más de un kilómetro de la iglesia de la Natividad.

Visita a la gruta de la Natividad
Una vez resueltos los trámites administrativos llegamos a Belén. Al posar la mirada por los alrededores de la iglesia es fácil imaginarse como era esta pequeña aldea en tiempos de Jesús situada en medio del desierto de Judea. Había pocas casas y sus habitantes, no más de mil según los historiadores, eran ante todo pastores y agricultores que vivían del pastoreo y del cultivo de cereales. Por eso en los belenes que decoran nuestras casas en estas fechas siempre se ponen pastores, panaderos… en recuerdo a los verdaderos habitantes de Belén.
Ahora todo está más poblado y el filón del turismo se ha convertido en una de las mayores fuentes de ingreso de los locales. Y es que cada año llegan hasta Belén miles y miles de peregrinos deseosos de recorrer uno de los lugares más emblemáticos de la Tierra Santa.

Eso sí, no esperen encontrar un pequeño pesebre o un establo mísero como cuenta la Biblia. La Iglesia Basílica de la Natividad -construida por el emperador Justiniano en el siglo VI – ahora es un gran complejo de más de 12.000 metros cuadros formado por varias capillas construidas alrededor de la llamada “Gruta de la Natividad”. Una cueva subterránea situada en el lugar exacto donde se supone que la Virgen María alumbró al hijo de Dios.
Para llegar a la gruta hay que bajar unas sinuosas escaleras de piedra y sin barandilla ubicadas bajo el Altar Mayor y ¡ojo! las colas suelen ser largas, especialmente en Navidad cuando más visitantes acuden. Y la sensación puede ser un poco claustrofóbica tanto por la cantidad de gente como por las dimensiones de la estancia, muy pequeña y austera, un contraste en proporción al ostentoso edificio donde se esconde.
El lugar exacto del nacimiento está marcado por una gran estrella de plata de catorce puntas que podrás ver en el suelo, en la que se puede leer la siguiente inscripción: “Hic de Virgine Maria Jesus Christus natus es”. Un poco más atrás hay otro altar que señala donde estaba el pesebre sobre el cual la Virgen colocó al bebé recién nacido. Y a su lado, otro rincón dedicado a la adoración de los Reyes Magos.
El silencio es intenso. Huele mucho a incienso. La magia que derrocha el lugar es grande y seas creyente o no, es muy probable que la fuerza de todo lo que se oculta bajo estos símbolos te sobrecoja.

El castillo de y la matanza de Herodes
La visita debe hacerse con cierta rapidez para que la cola avance y la visita sigue. Al lado hay más grutas, entre ellas una que me llama especialmente la atención, la llamada cueva de los inocentes. Un rincón creado en la memoria de los niños que perdieron la vida el día en el que nació Jesús por orden del rey Herodes.
No olvidemos que el castillo del rey que gobernaba en aquellas fechas estaba a unos cinco kilómetros del establo donde San José y la Virgen María se refugiaron aquella noche. Desde la iglesia aún se pueden ver restos de aquella gran construcción situada sobre una colina. Ahora sólo quedan las ruinas pero en los tiempos de Jesús al parecer era la construcción más grande de la zona. Por eso en los belenes caseros también es habitual colocar figuritas en memoria de aquella escena.
Tras años de excavaciones arqueológicas y trabajos de recuperación el palacio fortaleza de Herodes ya está abierto al público y se puede visitar, un complemento perfecto después de recorrer la Basílica de la Natividad.

Lugares protegidos por la Unesco
Aunque todo este complejo está en territorio palestino, cabe destacar que la Iglesia Basílica de la Natividad, al igual que los demás catalogados como Santos Lugares , están protegidos el Tratado de Berlín y su custodia está en manos de distintas iglesias: la Ortodoxa Griega, la Armenia y la Católica Romana. Por eso en la gruta de la Natividad hay varias lámparas, seis de ellas propiedad de la iglesia griega, cinco de los armenios y cuatro para los católicos.
También la Unesco ha fijado su atención sobre el templo el cual goza de la protección como Patrimonio de la Humanidad. Su deterioro llegó a ser tal que la organización llegó a declarar la basílica en peligro, u ante la voz de alarma se iniciaron unas obras de restauración las cuales aún siguen en curso.
La Gruta de la Leche
Si puedes, antes de irte de Belén dos visitas más muy recomendables. Acércate a la pequeña iglesia de la “Gruta de la Leche“, donde puedes ver una escultura de la Virgen dando el pecho al pequeño recién nacido.
Al parecer la pareja hizo una parada en este lugar en algún momento de su peregrinaje hacia Egipto huyendo de la matanza de los inocentes decretada por Herodes. Y la virgen derramó unas gotas de leche en el suelo el cual cambió de color, de ahí su carácter sagrado.
Actualmente es también un punto de peregrinaje de muchas mujeres con problemas para concebir hijos.

La Capilla del Campo de los Pastores
Otra recomendación en Belen es que vayáis a visitar la capilla del campo de los Pastores, otro pequeño templo levantado sobre el lugar donde un ángel resplandeciente se apareció repentinamente a un grupo de pastores para anunciarles el nacimiento del hijo de dios y pedirles que se acercasen a adorar al niño. «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy en la ciudad de David, un salvador que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre»…

La calle de la Estrella de Belén
Cierro con una curiosidad. Como sabéis los Reyes Magos llegaron a Belén siguiendo una estrella que brillaba de una forma especial en el cielo. Y atravesaron la hoy llamada calle de la Estrella, la cual es la misma por la que pasaron José y María el día del nacimiento. Hoy en día es también la más turística de Belén y donde se agrupan las tiendas de recuerdos, los restaurantes…
Los astrónomos han identificado aquel fenómeno como una conjunción de planetas que se da cada cientos de años. Y curiosamente, este año lo veremos de nuevo. Hoy justo en los cielos veremos la conjunción de Júpiter y Saturno, un fenómeno extraño que parece ser fue el mismo que se dio en Belén hace 2020 años. Y que no se veía desde el año la conjunción planetaria no se veía desde 1226. Sin duda este 2020 es un año para el recuerdo.

