Un ojo de cristal, imprescindible en la maleta si viajas a Mongolia

En un viaje siempre hay  fotos que nunca se publican y anécdotas varias que nunca salen a la luz.  Historias de viajes y vivencias personales de esas que se cuelan en las conversaciones entre viajeros y que normalmente sólo circulan de boca a oreja.

Yo tengo la costumbre de apuntar todas las anécdotas curiosas que me cuentan los distintos colegas y locos varios con los que coincido en mis viajes. Las colecciono, no se bien para qué, quizá con al esperanza de que algún día, cuando logre acumular historias suficientes, estas puedan convertirse en un libro. ¡Ojalá!.

Hace ya unos meses unos lectores del blog me enviaron un correo contándome que pensaban viajar a Mongolia, una aventura que les llevará desde Galicia a a Ulam Bator. Contactaron conmigo en busca de consejos pero lamentablemente, no pude ayudarles pues no conozco Mongolia  (aunque me encantaría).

Mientras pensaba en ellos y en la aventura que tenían programada de repente recordé una anécdota que me contó un amigo sueco hace ya unos años meses. Este amigo es periodista y trabajó mucho tiempo para la edición norteamericana de National Geographic. Estábamos tomándonos unas copas en una terraza en la isla de Losinj (Croacia) cuando me contó que Mongolia había sido uno de los países del mundo que más le había sorprendido.

En aquellos buenos tiempos del periodismo, lo normal en aquel medio era que viajasen equipos enteros para hacer los reportajes y mi amigo me contó que para hacer el tema de Mongolia, la revista había movilizado a seis personas. Se habían pasado casi un mes recorriendo el país, viviendo en campamentos improvisados en el desierto…

Y un día ¡les atacaron!

Sí, al parecer, unos tipos armados con pistolas irrumpieron una tarde en una de sus tiendas pero los bandidos tuvieron mala suerte. En la tienda en cuestión dormía un miembro del equipo que tenía ¡un ojo de cristal!, y casualmente, ese día se había quitado la prótesis para dormir. Al ver que le amenazaban, cogió raudo su ojo y salió para enfrentarse a los atacantes quienes, al ver ante ellos a tipo ¡CON UN OJO EN LA MANO! empezaron a gritar y huyeron despavoridos. 

A partir de ese día, el viaje continuó sin percances. Al parecer, había corrido entre los lugareños el rumor de que en el grupo de los periodistas había algo así cómo UN BRUJO.  Y ya nadie quiso problemas con aquellos extranjeros extraños.

Yo no he vivido esta historia en persona y no puedo asegurar si la anécdota es cierta o si es leyenda inventada o exagerada. Pero creo que si mañana me fuese de viaje a Mongolia, por si acaso, probablemente llevaría en la maleta un ojo de cristal…

Nunca se sabe. Ese es mi consejo.