
En la frontera con Portugal: de Ayamonte a Vila Real do Santo Antonio
Empiezo hoy un recorrido por la costa portuguesa con el Algarve como punto de partida. Un viaje que seguro va a ser “espantoso”, pero ojo, utilizo el término con el significado portugués que es justo el contrario al que ese término tiene en español: “bellísimo”.

Este término contradictorio en ambas lenguas es también el mejor que se me ocurre para definir Portugal. Un país con una costa tocada por la mano de Dios. Y curiosamente bastante desconocida para muchos españoles que ignoran que en el país vecino hay arenales interminables bañados por aguas turquesas y templadas (bueno, la temperatura del agua puede ser discutible). Y donde reside gente tranquila, hospitalaria… acostumbrada a tratar con los turistas especialmente británicos, el principal mercado internacional de Portugal muy por encima del español.
Mi aventura portuguesa comienza en el sur. La desembocadura del Guadiana marca esa frontera natural que separa dos localidades: Ayamonte, en Huelva en el lado español y Vila Real do Santo Antonio, primera localidad portuguesa, ambas situadas a orillas del río y bañadas por el Atlántico. Dos ciudades vecinas y que tienen mucho en común, principalmente su mayor fuente de ingresos, el turismo.

El sol, siempre presente, atrae a visitantes de todo el mundo que llegan al sur de España y Portugal en busca del calor y el mar, ya sea invierno o verano. Y todas las mañanas, cuando amanece, lo primero que Ayamonte se encuentra ante sí son las ordenadas calles de Vila Real do Santo Antonio. Y viceversa.
Las dos villas se unen de vez en cuando para organizar competiciones deportivas a lo largo del río Guadiana y entre sus gentes no existen rivalidades.
Las playas de Isla Canela
Pero no sólo del turismo se vive en Ayamonte. La pesca es otra de las grandes fuentes de ingreso de la localidad onubense y los pescadores viven agrupados en barrios como son Punta del Moral o la Canela. Aquí no se ven grandes hoteles, ni restaurantes, ni chalets. Sólo se ven barquitas y gente que aprovecha su día de descanso para preparar las redes y las embarcaciones y salir a pescar pulpo, gamba, calamar, pijotas, pescadillas.

Los fines de semana también es habitual encontrarse con gente que se acerca a las playas de Isla Canela a coger almejas y berberechos. Turistas y pescadores se unen en este trabajo a orillas del mar.
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La plaza de la Coronación y el paseo de la Ribera forman el corazón de Ayamonte. Hoy no hace demasiado calor y es buen día para salir a pasear entre las casas blancas, típicas andaluzas, que componen la ciudad. El recorrido nos lleva hasta el “Brasil de Pérez”. Una casa de amplia superficie con un gran patio central y que recuerda a las corralas castellanas. Quedan pocos brasiles hoy en Ayamonte, pero si sus paredes hablaran podrían contarnos cientos de historias de amor típicas de un barrio andaluz donde se celebraban bailes, fiestas… y ¡hasta bodas!

Puente internacional que une España y Portugal
El ferry fue el único lazo de unión entre Ayamonte y Vilareal hasta 1991, fecha en la que empezó a funcionar el puente internacional. Desde entonces los diez minutos por mar se transformaron en quince minutos por carretera, tiempo que se tarda hoy en día en llegar de una localidad a otra. Sólo los turistas se animan desde entonces a coger el barco que navega ininterrupidamente todos los días del año.
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Vila Real do Santo Antonio, la puerta del Algarve
Una vez en Portugal, el cambio de país es patente en todo lo que nos rodea. Lo que más llama la atención en Vila Real son las cuadriculadas y ordenadas calles de la ciudad, trazadas con escuadra y cartabón por orden del Marqués de Pombal, valido del rey español José I. El Marqués se empeñó en levantar una ciudad perfecta desde el punto de vista urbanístico y así nació Vila Real do Santo Antonio allá por el año 1774.
Estamos en la Plaza del Marqués de Pombal, en pleno centro de la ciudad. Este es el mejor lugar para sentarse a tomar un café en cualquiera de sus terrazas. Y para hacer compras, ya que todas las tiendas están en la rua de Teofilo Braga, una de las calles que parten de la plaza.

Las playas de Monte Gordo
Al igual que Ayamonte, la principal fuente de ingresos de Vila Real es el turismo. Los visitantes llegan hasta aquí atraídos por las magníficas playas de Monte Gordo, rodeadas de pinares artificiales, plantados hace años para evitar que la arena invadiese la zona urbana. En esta zona de Vila Real, las pequeñas casitas se transforman en grandes edificios, en su mayoría hoteles y apartamentos.
El caso es buscar excusas para cruzar la frontera de vez en cuando. Las comunicaciones son buenas tanto por mar como por carretera. Los atractivos de ambas localidades son muchos y en las dos se facilita la vida a los vecinos.
Y Vila Real do Santo Antonio es un punto de partida fantástico donde iniciar ese viaje por el sur de Portugal. ¿Me acompañáis?


2 Comments
Esteban
Una aclaración: José I estuvo casado con una princesa española, nació en Lisboa y fue rey portugués pero no español.
fernando
Desde Tarifa hasta el Cabo San Vicente hay lugares fantásticos, uno se podría pasar meses recorriendo toda esa cosa, la verdad es que es bastante “espantosa” jejeje.