Asturias,  Oviedo

Historia de amor entre un viajero misterioso y una viajera solitaria

Cada viaje es una historia. Los viajeros son los encargados de escribirla. En cada escapada se abre una página nueva en blanco que se rellena con las anécdotas y las historias de lo que se siente, se vive, se saborea, se experimenta… En algunas ocasiones los protagonistas somos nosotros y en otras recurrimos a otros personajes. Comparto con vosotros una historia de amor y viajes inspirada en Oviedo. Este es el principio pero os invito a que escribáis vosotros el final. Un ejercicio de storytelling con el que entretenerse en estos días.

Hay que quedarse en casa pero físicamente. En estos tiempos es más importante que nunca dejar volar la imaginación y por eso os propongo una lectura de amor y viajes con una peculiaridad. Te invito a que seas tú quien escriba el final. 

La escultura del viajero de Oviedo

Hay en Oviedo una escultura que todo viajero debería conocer. Es la llamada “El Regreso de Williams Arrensberg” (situada en la plaza Porlier). Representa a un viajero solitario de los de antes, con su gabardina, sombrero, paraguas y mirada perdida. “El viajero” o “viaxeru” (así lo llaman los ovetenses) está quieto,  inmovil, apoyado sobre su baúl y  rodeado de maletas.

Williams B. Arremsberg oviedo
Escultura de Williams B. Arremsberg en Oviedo

Cuando voy a Oviedo, suelo acercarme a saludar a Williams Arrensberg. Me gusta sentarme cerca de él, mirarle. Tratar de averiguar su historia. ¿Dónde está?: ¿en una estación de tren? ¿En un aeropuerto? ¿En una parada de autobús? ¿En la puerta de algún hotel?…

También me gusta jugar a adivinar sus pensamientos y jugar a imaginar vida. ¿Tendrá una casa a la que regresar? ¿Una familia que añorar? ?De dónde viene? Y lo más importante en esta historia ¿hacía dónde se dirige? ¿Llega, o se va?

También me resulta curioso pensar qué guarda en todas esas maletas. ¿son muchas no? Eso significa que el viaje que ha emprendido es largo.  ¿Y en el gran baúl sobre el que se apoya…. qué hay, ropa, libros, papeles, estarán llenas recuerdos…?

¿Qué países habrá visitado? ¿Será feliz con esa vida ambulante?. ¿A dónde mira, a la catedral que tiene justo en frente? ¿Al infinito? ¿Regresa a su casa o lanza la última mirada a un lugar al que quizá nunca va a regresar? ¿Huye de algo o de alguien?

La torre de la catedral de Oviedo
La torre de la catedral de Oviedo

La escultura, obra del ya fallecido artista vasco Eduardo Úrculo es todo un símbolo no sólo para los viajeros, sino para los ovetenses y turistas. Lo más normal es que el enigmático Arrensberg esté rodeado de niños que trepan por sus maletas. De pasajeros, es decir de gentes de paso en la capital del Principado de Asturias  y que se llevan como trofeo en sus cámaras una foto con el mítico viajero. Si has estado en Oviedo seguro que te has hecho esa foto. ¿Nos la enseñas?

Yo ante esa visión me pregunto . ¿No le molestará al misterioso hombre de la gabardina tanto protagonismo y tanto selfie…?. No lo se. ¿Le parecerá bien que la gente juegue con su imagen de fondo? La verdad es que lo dudo pues tiene pinta de querer pasar desapercibido.

Edward Hopper y sus cuadros de viajes

El caso es que el otro día mientras “charlaba” una vez más con mi amigo Arrensberg, me vino a la cabeza, sin querer, otra imagen viajera que me encanta. Un cuadro, titulado, “Habitación de hotel”, pintado por Edward Hopper en 1931, donde se ve la figura solitaria de una mujer, leyendo semidesnuda en la habitación de un hotel modesto. También, rodeada de maletas.

Una escena con la que me siento también muy identificada pues la he vivido muchas veces en mi persona. ¡Cuántas noches he pasado sola en hoteles perdidos en los lugares más recónditos del mundo! Es una sensación triste pues es en esas noches solitarias y cansadas, tras una larga jornada, cuando piensas ¡qué demonios haces tu tan lejos de tu familia, qué se me ha perdido a mi en este sitio…!

Cuadro, la habitación de hotel de Edward Hooper
Cuadro, la habitación de hotel de Edward Hooper

Otros cuadros de Hopper sobre viajeras solitarias

O quizá el hombre misterioso era en realidad un rompecorazones que dejaba una mujer triste en cada ciudad que visitaba… y Hopper pintó a muchas de esas mujeres solas y viajeras con el corazón rotos-

Hopper y Úrculo (curiosamente ambos son “Eduardo” de nombre) fueron artistas fascinados por la magia de los viajes, con las maletas como icono en muchas de sus obras. Pero sin embargo, ambos artistas representan a sus viajeros en soledad, envueltos en un halo de misterio y tristeza.  

Podría referirme a más cuadros. Y más esculturas con viajes y viajeros como protagonistas. Pero prefiero a centrar el post en las dos obras mencionadas pues creo que hay entre ellas una conexión especial. Ellos son los protagonistas de mi historia.

El final de una historia de amor

¿Creen que es posible que la viajera solitaria del hotel del Hopper esté esperando a un hombre oscuro como el Arrensberg de Úrculo?  ¿Qué harían si se encontrasen? ¿Se enamorarían? ¿Viajarían juntos el resto de su vida o establecerían en algún lugar perdido en el mundo y vivirían felices? ¿Son amantes secretos?

No. No. Creo que su unión sólo podría durar unas horas intensas. Y luego se separarían… quizá el uno pensaría en el otro el resto de su vida pero probablemente el destino no volvería a unirlos nunca. ¿O sí?

A lo mejor ambos se cruzan años después en una bulliciosa estación de tren en alguna capital asiática y sienten por unos instantes el cosquilleo del reencuentro con un viejo amor… para volver a separarse en breve. La vida de los viajeros solitarios como ellos es así. Llena de dulce infelicidad. 

¿Ustedes que creen? ¿Quién se anima a seguir con el relato de esta historia de amor y viajes? Deseando leer vuestro desenlace.

7 Comments

  • Pedro

    La posibilidad del encuentro, la tristeza con la separación y la presión de la ausencia y dede aquí abierto a toda interpretación.., la historia cuadra bien en los espacios y las luces de Hopper.

  • Mavi

    El acaba de marcharse, ella no está esperando, al contrario. Se resigna a la soledad, pero con la feliz esperanza de volver a encontrarlo…

  • Alba Alaula

    Diría que se quieren desde el primer momento en que se vieron. Para ella, él fue su primer amor, para él, ella, la única (a pesar de su loca vida amorosa) . La vida les ha llevado por distintos caminos. Cuando tienes 15 años parece que el amor será para siempre, después te das cuenta de que simplemente la adolescencia es para vivirla. Él dijo: “volveremos a encontrarnos”. Han pasado los años, ambos han seguido sus sueños, pero, jamás, han dejado de pensar el uno en el otro, allá dónde iban la presencia del otro le acompañaba. Ninguno ha conseguido encontrar la felicidad lejos del otro. Sueñan cada día con compartir y descubrir el mundo juntos, que las sábanas no sean tan frías, agarrarse de la mano mientras disfrutan el paisaje a través de la ventana del tren….

  • Elena

    Qué bonito! A mí las dos figuras me hablan un poco de la soledad de los viajes y de quien viaja, así que es bonito pensar en la posibilidad de que un día se puedan encontrar 😉

    Saludos

  • Mai

    Me ha encantado esta historia.Y me gusta pensar que no volveran a encontrarse nunca y que vivirán de recuerdos el resto de su vida. Asi no habra posibilidad de que surjan decepciones en el reencuentro. Nada como un buen recuerdo para mantener vivo el amor. Y por cierto, viajando se conoce a personas muy interesantes y los romances son mas faciles.

  • silvia

    YO CREO QUE ES MEJOR QUE SIGAS TU CON LA HITORIA , TE ESTA QUEDANDO MUY BIEN , NOSOTROS LA PODRIAMOS ESTROPEAR.ES UN RELATO PRECIOSO QUE TE HACE SOÑAR . UN SALUDO.

  • Loreto

    Qué bonito, Nani. Me ha encantado. De verdad. Has vuelto especialmente inspirada de Oviedo…

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