
Imprescindibles de La Mancha: Consuegra, Motilla de Azuer y cata de aceite de oliva
Al igual que muchos españoles, he crecido con la imagen literaria de Don Quijote luchando contra “gigantes”. Es el pasaje más famoso de la gran novela de Cervantes y una escena que forma parte no sólo de la identidad de La Mancha, sino también de la esencia de España. Sin embargo, he tenido que esperar años para ver con mis propios ojos esos famosos molinos de viento que inmortalizó la pluma de nuestro gran escritor. Visitar Castilla – La Mancha y ver de cerca una de esas “construcciones” es tarea obligada para un viajero curioso. Gracias a la Ruta de Don Quijote, por mi parte, sueño cumplido…

Los he visto dibujados, fotografiados por cámaras ilustres, en el cine, en series de televisión ¡incluso en pinturas de grandes artistas, en esculturas… pero hasta hace unos días no había tenido la oportunidad de ver de cerca un molino de viento. Mi “bautismo” fue en Consuegra, un pequeño pueblo de la provincia de Toledo al que llegué siguiendo los pasos de Don Quijote en un viaje por La Mancha. Allí me encontré con estos doce hermosos molinos.
Curiosidades de los molinos de Consuegra
Al verme ante estas curiosas y aparentemente simples construcciones confieso que tuve que desterrar de mi mente varios tópicos.

El primero, ¡de simples nada!. Nunca imaginé que tras esa sencilla apariencia hubiese un mecanismo tan complejo. Parece que las aspas se mueven solas al compás de los vientos pero no. Para que funcionen haca falta todo un engranaje de manejo delicado. Os aseguro que ver como Juan Bautista, un molinero en toda regla (un superviviente, si tenemos en cuenta que este oficio como tal se extinguió hace ya más de 70 años) ponía en marcha el molino fue toda una experiencia. Juan habla el lenguaje del molino. Sabe escuchar y entiende perfectamente este ingenio, originario del año 1525.

Podría contaros muchas cosas del funcionamiento pero voy a centrarme en dos detalles que me llamaron especialmente la atención. Primero ¡el techo del molino se mueve!. Las aspas están enganchadas a ese tejadillo con forma de caperuza triangular. Y todo el conjunto debe girarse para situarse en la dirección de los vientos que, como todos los fenómenos de la naturaleza, son caprichosos y bailan a su son.

Para desplazar tal mecanismo hace falta mover el “borriquillo” (el “volante” con el que se controla la techumbre del molino) y una vez situado en la dirección correcta, se fija a los “hitos de amarre”. Operación complicada que aún puedes ver en directo Consuegra. Una tarea centenaria que se conserva gracias a que hay muchos visitantes que llegan hasta aquí para verlo con sus propios ojos. Me alegra saber que estos mecanismos y esta profesión perduran gracias a la existencia de viajeros interesados en estos temas: aspecto social del turismo que me gustaría destacar.

Segunda sorpresa, aunque esta tan evidente que me da hasta vergüenza confesarla: En la Mancha ¡hace viento! Y donde están los molinos, en el Cerro Calderico, más aún. Llegué a esta tierra pensando que era seca y cálida y no. El frío que pasé contemplando estos molinos me ha quedado grabado, por tanto, un consejo: si vas a ver molinos llévate algo de abrigo. Seguro en verano no ocurre lo mismo y la sensación térmica es justo todo lo contrario. Pero en estas fechas primaverales, la chaqueta se agradece.
Comer en un molino: nace el “gastromolino”
Y tercera. ¿Todos los molinos de Consuegra muelen y funcionan? No, sólo uno de los doce trabaja aún como antaño, pero el resto tienen funciones muy diversas.

Hay un molino tienda donde adquirir recuerdos de La Mancha, un molino Oficina de Turismo y lo mejor. Una experiencia muy nueva. ¡Acaban de inaugurar un gastromomolino!. Sí.

Un restaurante en toda regla donde puedes tomar algo o mejor, sentarte a cenar especialidades locales mientras contemplas el relajante paisaje manchego. Una experiencia de lo más recomendable. Y otra curiosidad ¡es un gastromolino con wifi!

El castillo de Consuegra
Si quieres hacer una buena foto de todo este conjunto molinero de Consuegra, no lo dudes, acércate al castillo medieval, desde allí tendrás la mejor imagen. Por supuesto, aprovecha para visitar la fortaleza por dentro. La Mancha es también tierra de castillos y el de Consuegra, fechado en el siglo X, está excelentemente conservado. Además, si te encaja por horarios, apúntate a la visita teatralizada, en la cual viejos caballeros medievales te guiarán por un laberíntico recorrido de estancias, caminos y pasarelas y te contarán historias muy curiosas y divertidas sobre el pasado de este lugar. Muy recomendable.

Sin duda los molinos y el castillo son los grandes imanes de Consuegra (aunque es mi deber advertir que no son los originales con los que luchó Don Quijote pues este conjunto está en este lugar desde el siglo XIX). Pero no dejes de dar un paseo por este pueblo que presume por ser el primero (o el último) de La Mancha (a partir de aquí ya comienza otra zona, los llamados Montes de Toledo).
Acabo este parte del post dedicada a los molinos de Consuegra con un mini video donde se ve cómo funcionan…
Los mejores mazapanes: los de Consuegra
¡Atentos los golosos!. No te marches si probar los famosos mazapanes. Me cuentan que en Navidad en las pastelerías de Consuegra hay colas de gente que se acerca hasta aquí solo a comprar estos dulces típicos. Entiendo por qué. No sólo son deliciosos (doy fe pues me he comido unos cuantos) sino que además los precios son muy competitivos; 17,50 euros el kilo de mazapán. Lo mejor es saber que los venden todo el año. Así que no lo dudes, no te vayas de Consuegra sin unos cuantos mazapanes, hojaldres o bizcochos en la maleta.

Visita obligada en La Mancha: Motilla de Azuer
Sin duda, Consuegra fue uno de mis descubrimientos en este viaje, pero hubo más. Durante mi recorrido por esta zona me quedó claro que La Mancha fue, y es, tierra ingeniosa y emprendedora. No sólo los molinos de viento fueron toda una revolución en su momento, uno de los grandes inventos del siglo XVI. Si viajamos atrás en el tiempo encontramos más pruebas que confirman el espíritu innovador de los castellano – manchegos. La prueba la encontramos cerca de Consuegra, en el vecino ayuntamiento de Daimiel donde me encontré con uno de los recursos más impactantes que he visto en mucho tiempo: La Motilla de Azuer.

Una compleja construcción prehistórica, muuuucho más antigua que los molinos… (data del 2200-1300 adC). Una fortificación con más de 4.000 años, antaño habitada y actualmente recuperada (tras una gran inversión económica y un gran trabajo arqueológico) y visitable.

De verdad que merece mucho la pena acercarse hasta este yacimiento (desde Daimiel salen autobuses y se organizan visitas guiadas) para ver este curioso laberinto donde los habitantes de los alrededores almacenaban grano y ¡agua!. Sí, la cisterna que se esconde en las entrañas de la Motilla es una de esas estampas que te dejan con la boca abierta. ¿Cómo se las ingeniaron aquellos hombres primitivos para diseñar semejante estructura de almacenaje?

Maravilloso, increíble, hermoso, colosal, sorprendente… y podría alargarme con una lista de adjetivos eterna. Entiendo que Miguel Torres, el arqueólogo que me acompañó en la visita, se enorgullezca al mostrarme todo esto. De verdad, la Motilla de Azuer es tesoro, un viaje a un misterioso pasado y una visita que no debes evitar. Si pasas antes por el centro de interpretación – Museo Comarcal de Daimiel- mejor pues te ayudará a comprender la magia de este impactante lugar.
Aceites de Oliva de la Mancha
A estas alturas ya queda claro que la La Mancha es tierra de sorpresas ocultas y de éxitos silenciosos. Pero ¡ojo!, ese espíritu emprendedor pervive en el siglo XXI. Tras visitar la Motilla y los molinos, pongo rumbo a otro lugar de interés y ejemplo de innovación y buen hacer. Donde sale al paso otro de los iconos de Castilla – La Mancha: tierra de aceites.

Sí, muchos de los aceites de oliva que consumimos en España y en otros muchos lugares del mundo salen de estos campos, llenos de olivos centenarios. Y entre las muchas empresas dedicadas a la elaboración de este “oro líquido” una a destacar por varias razones; por la calidad de su producción, por sus 145 años de tradición y porque está abierta al público. Me refiero a la almazara García de la Cruz. Una empresa familiar (actualmente dirigida por la quinta generación de una familia) situada en Madridejos, ejemplo de un nuevo segmento denominado “oleoturismo”.

Durante la visita a esta gran productora y envasadora de aceite se descubren muchas curiosidades. Por ejemplo, ¿sabías que del olivo se aprovecha todo? La aceituna por supuesto, pero también el hueso y la piel de la aceituna, la madera… También sorprende saber que detrás de la producción hay un proceso muy sencillo pues al fin y al cabo, este no es más que puro jugo de la aceituna. La calidad (virgen extra, extra… sólo depende de que sea del primer exprimido, o del segundo…).

Pero ¡ojo! Que el proceso sea sencillo no significa que sea tarea fácil. No. Conseguir un buen aceite es un reto y siempre hay factores que determinan si el producto final es excelente o no. La variedad de la aceituna y la calidad de la cosecha, la conservación, el sistema de recolección, el correcto cuidado de los olivos: la poda, los fertilizantes, pesticidas… que se utilizan…

“Oleoturismo” y catas de aceite
Al final de la visita, es el paladar de cada uno quien comprueba en boca la calidad final, la mejor puesta en práctica de toda la explicación recibida durante el recorrido por la almazara con una cata de aceites. A ciegas, como los profesionales. Buena forma de concluir esta visita, ejemplo de Turismo industrial vivo, con el mejor sabor de boca.

Desde Madridejos, y con la maleta llena de aceite delicioso y (comprado directamente en la almazara), retornamos a Consuegra, surcando campos llenos de viñedos, de plantas del azafrán (el de Consuegra es uno de los mejores de España y me quedo con ganas de regresar en septiembre para asistir a una jornada de recolección de la flor del azafrán, proceso totalmente artesanal y que aún se hace a mano).

Dónde comer y dormir en Consuegra
Cada estación tiene su interés. Ahora en primavera, toca disfrutar de los paisajes que empiezan a florecer; los almendros, brotan las viñas…. Y de la excelente gastronomía manchega, destino no apto para viajeros que estén a dieta. Yo tuve la suerte de degustar muchas especialidades locales (está muy de moda el producto “kilómetro cero”) en un restaurante de Consuegra el cual os recomiendo: la Tapería Gaudy.

Para dormir, otra recomendación con encanto manchego. Aquí mismo en Consuegra, en el hotel rural La Vida de Antes. El nombre ya es lo suficientemente evocador. Excelente establecimiento donde sentir el latido de una casa solariega manchega, con el encanto de lo añejo pero con las comodidades del siglo XXI.
Desde este hotel rural cierro otra jornada por estas tierras quijotescas… pero mi ruta sigue. ¿Algún consejo que deba tener en cuenta antes de poner rumbo a otros lugares de La Mancha cuyo nombre quiero que recordéis? ¿Me he perdido algo en Consuegra y alrededores que merezca la pena reseñar? ¡Deseando anotar vuestras sugerencias!


3 Comments
Juan carlos Ortiz
Una curiosidad más de Consuegra:
Pese a estar en la Mancha (“la seca” traducción de origen árabe) Consuegra tiene dos acontecimientos relacvionados con el agua y el río Amarguillo que marcan su historia y su urbanismo
LA PRESA ROMANA, creo que la de mayor longitud de esas características
LA INUNDACION DE CONSUEGRA el 11 de sept.de 1891.
Marisa
Mi sueño también seria conocer el pueblo de Montiel en Castilla La Mancha que es el lugar que vio nacer a mi querido José Sánchez Mota! Pronto me gustaria viajar hasta allí para conocer el encanto de los campos de Montiel y su pueblo!
Marisa
Me súper encantó la reseña histórica! Dios quiera que pronto pueda ir a experimentar ese paseo paradisíaco!