General,  Isla Mauricio

Las pruebas de mi viaje a Mauricio

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Estoy en casa, y esta vez me ha costado más que nunca volver a la rutina.

Lo peor ha sido reencontrarme con el aburrido y gélido invierno. Llegar del sol y zambullirse en un temporal de nieve es un contraste demasiado fuerte. Adaptarse cuesta un “mucho”.

También estoy aún un poco descolocada por el dichoso jet lag que tanto me afecta. Las cuatro horas de diferencia entre Mauricio y España son las suficientes para que mi despertador boiológico se ponga en marcha a las cuatro de la mañana, hora española. Resumen, llevo una semana levantándome a las 5 y 6 de la madrugada… y ¡hay que ver lo que me cunden así los días!. Esas horas “extras” de trabajo me han venido genial para adelantar trabajo atrasaso, MUCHO trabajo atrasado. Ese es otro de los problemas de los viajes, que a la vuelta el atasco acumulado en una semana de ausencia es monumental. A todos los niveles, personal y profesional. Una tiene que enfrentarse de golpe a la nevera con telas de araña, a cientos de cartas y de correos eléctrónicos, a los zapatos rotos de una de las niñas, al abrigo descosido de la otra, a los mimos y chantajes emocionales de las tres juntas… en fin, a la vida misma y a la adorable rutina.

Es inevitable tener momentos de crisis en los que la imaginación vuela hasta el último destino. Yo estos días he pensado mucho en las playas, en el coral, en el sol, en mis compañeras de viaje con las que me lo he pasado bomba… y como he tenido que empezar a editar las fotos (más de mil), los recuerdos afloran con cada imagen. Viajar es genial, pero recordar los buenos momentos es también una sensación muy agradable.

Pero bueno, basta ya de rollos y vamos al grano. Han sido bastantes los lectores que me han demandado ya las fotos prometidas. Eran varias: la del ministro de turismo en bañador y bebiendo champán; la de la boda en la playa, la de la Quincaillerie La Coruna… y como lo prometido es deuda, aquí están. Tarde mejor que nunca.

Les presento a mi Ministro favorito.

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La romántica boda playera.

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La Chaterrería “La Coruna”, una aparición en el norte de la isla.

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Y el grupillo de “viajeras empedernidas” en un templo indio en la isla Mauricio.

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Como ven, no he mentido nada. Y todo lo que les he contado en los días de atrás es cierto. Tengo muchas más fotos pero creo que estas son suficientes e ilustran bien mis posts. Y ayudan a hacerse una ligera idea de las distintas realidades que hay en esta isla a donde me escaparía, si pudiera, mañána mismo de nuevo.

 

2 Comments

  • Cris

    Querida Nani, ya empezábamos a echar de menos tus crónicas del viaje, qué pena que haya tocado a su fin. De parte de los que seguimos incrustados en la rutina de la oficina, gracias por habernos transportado a esas deliciosas playas tropicales, casi hemos podido sentir el calor del sol. Bonito templo hindú, espero que tú y tus compañeras de viaje, hayáis podido pedir los tres deseos de rigor y que se cumplan todos sin excepción.

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