
Madeira, isla enigmática llena de leyendas
Viajamos a Madeira, una isla aislada, cuna de muchas leyendas con navegantes, piratas, amantes y famosos como protagonistas. Perdida, literalmente, en medio del océano Atlántico, fue un descubrimiento importante para los portugueses. El archipiélago en realidad acoge varias islas: Madeira, la más grande, Porto Santo, las Islas Desiertas y las islas Salvagens, islotes estos últimos donde sólo habitan aves… y donde, se cuenta, se ocultan valiosos tesoros que aún nadie ha podido localizar. ¿Te animas a probar suerte?

¡Bienvenidos a Madeira! Un archipiélago cuyo descubrimiento ya esconde una historia curiosa. Se cuenta que fue durante una tormenta acontecida en 1418 cuando el navegante portugués João Gonçalves Zarco -quien navegaba rumbo a una misión a África- vio a lo lejos la silueta de una isla desconocida en medio del océano.
Al regresar a Lisboa, Zarco informó de su hallazgo a las autoridades y preparó una segunda expedición que finalizó en 1420, cuando los exploradores portugueses consiguieron poner los pies en esa tierra misteriosa.
La isla de la “madera”
Ante la visión de la gran arboleda (de ahí en nombre, “la isla de la madera”) decidieron provocar un incendio para abrirse paso entre los frondosos árboles. El lugar elegido fue lo que hoy es la ciudad de Funchal, la capital de la isla, la cual, no es una metáfora decir, nació del fuego.

En 1425 llegó un segundo barco, pero este ya cargado de personas y ganado. Familias completas de colonos portugueses decididos a instalarse en la nueva tierra, en la cual no había rastro de vida humana. Bueno, sí hallaron algunos restos pero esa leyenda os la cuento mejor al final de este post.

La isla de la caña de azúcar
Fueron aquellos primeros pobladores de Madeira quienes iniciaron las labores de cultivo y ganadería. Trabajadores intrépidos que tuvieron que ingeniárselas para adaptarse a una orografía abrupta, a una naturaleza hostil…
Se instalaron en Funchal y poco a poco consiguieron no sólo cultivar la tierra. Apostaron por plantar caña de azúcar, gran acierto pues en pocos años se posicionaron como los máximos productores de esta planta en el mundo.

Los amores de Colón en la isla de Madeira
En 1478, Cristóbal Colón llega a Madeira para comprar azúcar. Una vez allí, se enamora de la belleza de isla y también de Filipa, la hija del gobernador de Porto Santo con quien Colón contrae matrimonio. Y con quien tiene su único hijo, Diego Colón.

Durante su estancia en este archipiélago, el navegante italiano percibe con sorpresa que llegan a las costas de Madeira desechos extraños, atraídos por las corrientes del Golfo, cuyo origen le hace suponer que este archipiélago no es el fin del mundo como se pensaba. Es así como empieza a gestarse el futuro descubrimiento de América.
Igualito que si fueras Cristóbal Colón. Descubre los rincones más bellos de la costa de Madeira desde una carabela. Una réplica de la nave que acompañó a La Pinta y La Niña en el descubrimiento de América. Un viaje en el tiempo para navegantes románticos.

Última escala hasta América
Cuando Colón llega a España y solicita financiación a los Reyes Católicos para afrontar su aventura americana, el navegante describe a los monarcas Madeira de una forma peculiar. Cuentan que arrugó un papel y dijo: “así es Madeira, la isla de los portugueses”.
Ilustrativa metáfora para expresar la geografía de una isla agreste y volcánica, que durante siglos fue la última escala entre la civilizada Europa y América. Parada obligada de todos los barcos que surcaban el Atlántico hacia “las Indias”.

El tesoro del pirata Kidd
Esas estancias eran un gran negocio para Madeira no sólo por el comercio que generaban las visitas, también por la cantidad de barcos que naufragaban en sus costas.

Por eso se dice también que en estas islas se ocultan muchos tesoros, entre ellos uno de los preciados y buscados a lo largo de la historia: el botín del pirata capitán William Kidd, uno de los más temidos bucaneros y uno los más ricos. La fortuna acumulada tras años y años de saqueos nunca apareció y se cree está oculta en algún rincón de la más grande de las islas Selvagems. Otro de los muchos misterios de Madeira…
¿Te apetece explorar Madeira y sus islas a bordo de una goleta? La mejor opción para encontrar el buscado tesoro. ¡Suerte!

Vino dulce de Madeira con el que brindó Jefferson
Fue también en estos prósperos siglos XV y XVI cuando empezaron a cultivarse viñas. Su apuesta definitiva por el sector vitivinícola se debe también a otra leyenda que tiene el mar como protagonista.
Cuentan los lugareños que allá por el solo XVIII un barco, con su bodega llena de mosto, que viajaba de vuelta a Europa tras una larga travesía por las cálidas aguas tropicales atracó en Madeira. Cuando sus tripulantes probaron el vino, comprobaron que este había mejorado notablemente gracias a las altas temperaturas.
Fue un avispado habitante de Madeira quien decidió entonces calentar el vino que se producía en la isla con estufas para lograr el mismo sabor. Nace así el preciado vino de Madeira, dulzón, licoroso, con la malvasía como variedad dominante. Era tan preciado que al parecer, fue este el caldo elegido por Thomas Jefferson para el brindis oficial en la celebración de la Independencia de EEUU aquel famoso 4 de julio de 1776.

Otra leyenda con aires literarios: cuenta William Shakespeare en una de sus novelas que el bufón de nombre Falstaff ¡vendió su alma al diablo un Viernes Santo! a cambio de un vaso del oloroso de vino de Madeira y un muslo de cordero.
Con el paso del tiempo, la industria del vino se ha ido perfeccionado y actualmente ya se producen en Madeira caldos de gran calidad como el “sercial”, vino seco; o el boal verdello”…
Napoleón en Madeira
Hubo también visitantes involuntarios, como fue el caso de Napoleón. Cuando navegaba rumbo a su exilio a la isla de Santa Elena, en 1815, su barco atracó en Funchal y el entonces consul británico, Henry Veitch subió al barco para ofrecer ciertos presentes (fruta, libros) al derrotado Bonaparte, y se cuenta incluso cenó con el ya entonces ex emperador en el barco, el Northumberland, hecho por le cual fue destituido de su puesto pocas semanas después.

La apertura del Canal de Suez en 1869 y los avances en materia de navegación contribuyeron al descenso de escalas y Madeira tuvo que reinventarse.
La llegada del turismo a Madeira
Llegado el siglo XIX, el archipiélago afrontó un nuevo reto: apostar por el turismo. Pronto se posicionó como uno de los destinos preferidos por la nobleza y alta burguesía europea que llegaban a estas costas atraídos por la tranquilidad del destino, y por ese clima templado perfecto para los baños de sol y mar y para curar los males respiratorios.

Pronto Madeira empieza a codearse con los más preciosistas destinos europeos de la época como son Badem-Badem, la Riviera Francesa o los preciosistas lagos italianos. El ya centenario Reid’s Palace hotel, abierto en 1891, presumió durante décadas por ser uno de los más prestigiosos del mundo y vio pasar por sus lujosas estancias a grandes personalidades de la élite europea.

Churchill en Madeira
Miembros de la realeza como el príncipe de Gales (futuro rey Eduardo de Inglaterra) o la mítica emperatriz Sissí de Austria. Literatos como Hemingway (¿dónde no estuvo?); el irlandés George Bernard Shaw, quien cuentan relataba a sus amigos que había aprendido a bailar en Madeira. Winston Churchill, quien pasada la II Guerra Mundial descansó largas temporadas en Madeira donde disfrutaba pintando acuarelas de los inspiradores paisajes de la isla.

Entre las muchas anécdotas que circulan, se dice que Winston Churchill quedó especialmente cautivado con la estética de Cámara de Lobos. pequeño y encantador pueblo de pescadores, muy cercano a Funchal, que aún hoy en día vive de la pesca del atún.
Actividad de la que dependen muchos otros pueblos del sur de Madeira, donde el mar es más tranquilo que la ventosa cara norte. Así pues, cada puerto se especializaba en un tipo de pesca. Hasta hace muy poco, por ejemplo en Canical se pescaban ballenas con arpones. Y en Machico, donde desembarcaron los primeros colonos, aún se siguen construyendo barcos.

Los amantes de Machico, leyenda de amor en Madeira
Encontramos en Machico otra leyenda. Se cuenta que fue esta costa la tumba de dos amantes británicos: un aventurero de nombre Roberto Machim y su amada, una joven de origen noble llamada Ana Effert.
Ante el rechazo familiar a su relación decidieron huir rumbo a Francia, pero debido a una terrible tempestad su barco se desvió y tras días de navegación tortuosa atracaron el barco en lo que hoy es la bahía de Machico, en la costa de Madeira (antes de su descubrimiento). Y se refugiaron de la tormenta entre las raíces de un gran árbol.
Pero no hubo suerte, el estado de salud de Ana era ya muy débil y finalmente falleció. Mahim muy afectado clavó una gran cruz al lado del árbol donde murió su amada y falleció a los pocos días. Sus compañeros de travesía escribieron la historia de los amantes de Madeira en la cruz y así llegó a nuestros días.
Cuentan que fueron sus huesos los únicos restos humanos que los primeros colonos portugueses encontraron a su llegada a la isla y de ahí, en su memoria, el nombre de la localidad. Los lugareños también cuentan que la primera capilla de la isla se levantó en la cavidad del árbol donde se refugiaron Ana y Roberto.

Escala de Amundsen rumbo al Polo Sur
Pero los tiempos modernos también han atraídos aventureros. El último en la historia de la isla de Madeira fue Roald Amundsen. El mítico jefe de la expedición noruega que conquistó Polo Sur en 1912. Amundsen quien hizo una escala técnica en Funchal, la única de su viaje entre Oslo y el Polo. Y fue justo en la isla cuando la tripulación del Fram averiguó el destino final de la expedición.
Desde Funchal Amundsen envió un telegrama a su eterno rival, otro explorador que también soñaba con llegar a la Antártida, Robet Falcón Scott, donde le advertía de una forma simple de sus ambiciosas y a la vez soprendentes intenciones: “Madeira. Me dirijo al sur. Amundsen“. Y en Funchal pusieron a punto el barco, el mítico Fram (que en noruego significa “Adelante”) para la gran hazaña.

Como complemento a todo lo que he contado, un video. Una pequeña mirada sobre Madeira de un minuto y pico que espero os guste
Volver a Madeira
Han pasado los años y los reclamos de Madeira siguen siendo muchos. Su paisaje, su naturaleza, su gastronomía, su clima… Como dice una frase que leí justo en un museo en Madeira “No importan los lugares sino lo que hemos sentido en ellos”.

Y como a mi me gusta soñar y pienso que tengo que volver a la isla a pintar los mismos paisajes que inmortalizó Churchill, a bailar como Bernard Shaw, a explorar las Islas Salvagens en busca del tesoro del bucanero Kidd.
O a tumbarme en las playas de arena Porto Santo (las únicas del archipiélago) en busca de las huellas de Cristóbal Colón. O en alguna escala en alguna travesía en algún viaje rumbo algún lugar recóndito del mundo. No sé a qué pero si tengo clarísima: a Madeira volveré.



3 Comments
julio
Fantástica narración con anécdotas muy interesantes que, en las típicas páginas no salen.
Te doy la enhorabuena, me ha sido muy útil para mis clases de patrimonio y viajes.
Francisco Rodrígues
Fabuloso los relatos siempre me llamo la tensión conocer más de la tierra de mis padres .
Rui Da Silva
BRAVO! MAGNIFICO! Te felicito por este pedazo de articulo que has hecho sobre Madeira, la Perla del Atlántico…!!!, y es que así como todos esos detalles, historias, leyendas, personajes, escenarios y vivencias fascinantes que magistralmente narran tus palabras y exponen tus fotos, son los que pulieron y dan brillo a esa Gema Preciosa, aquel “Papel Arrugado”, ese inspirador y apacible Paraíso en el “Fin del Mundo” que es Madeira, así de brillante tambien ha sido tu aporte, que de una u otra manera te hace parte de ella. Gracias por compartir tan fascinante relato. VIVA MADEIRA!!!.