
Novedades sobre la obra y vida de Gaudí y el modernismo en Barcelona y Mataró
Si te gusta el modernismo y la obra de Antonio Gaudí estás de suerte. Hay novedades en torno a su obra y figura. Ya se puede visitar en Barcelona la casa Vicens, primera vivienda diseñada por el arquitecto catalán. Tras años de reforma, el edificio, situado en el barrio de Gracia, ha abierto sus puertas al público. Luce en gran parte original, tal y como la concibió su creador a finales del siglo XIX. Un reclamo más para los amantes del modernismo. Digo “más” pues hay Barcelona muchos lugares interesantes relacionados con este movimiento y poco conocidos. Por ejemplo el Hospital Sant Pau, quizá una de las creaciones más monumentales de esta corriente. A donde, curiosamente, fue llevado el cuerpo de Gaudí tras su fallecimiento atropellado por un tranvía… ¿Me acompañas?
Antonio Gaudí tenía sólo 31 años cuando la adinerada familia Vicens, fabricantes de baldosas, perteneciente a la floreciente burguesía catalana le pidió al, recién licenciado arquitecto, que le diseñase su “casa de campo” en el barrio de Gracia, donde antaño muchos barceloneses pasaban los veraneos.

La primera obra de Gaudí está en Mataró
En realidad esta no fue la primera obra de Gaudí. Para ver su primer trabajo tenemos que viajar a la cercana Mataró, a menos de media hora de Barcelona, donde también se puede visitar la Nao Gaudí, la primera construcción del todavía desconocido arquitecto nacido en Reus. Una fábrica para blanquear algodón la cual actualmente también está abierta al público y se conserva en gran parte original. Si te gusta Gaudí, merece la pena acercarte para ver los orígenes del genio.

Casa Vicens, la primera vivienda de Gaudí
Pero volvemos a Barcelona a la casa Vicens, construida entre los años 1883 y 1885 y recién abierta a los visitantes, tras un intenso trabajo de rehabilitación. Pronto asoma la personalidad del arquitecto, a quien sus profesores definieron de esta forma: “no sabemos si le hemos dado el título de licenciado a un loco a un genio”. Creo que a estas alturas ya está clara la respuesta. Aunque es cierto que la obra de Gaudí sigue creando polémica.

Al entrar en la casa Vicens saltan ante los ojos los detalles típicos del modernismo. Esa sensación de estar ante una casa colorista, digna de un cuento. Eso sí. No tiene las curvas típicas que definen la casa Milá o la casa Batlló, por poner dos ejemplos de viviendas del mismo arquitecto. En la casa Vicens predominan las líneas rectas, quizá sea su obra más geométrica.
Hay también ornamentos que nos recuerdan la arquitectura morisca. Y cierta inspiración oriental. Fuentes de las que bebían los seguidores de esta corriente, apasionados también por todo lo relacionado con la naturaleza.

La prueba de esta pasión la encontramos por ejemplo en la verja de hierro exterior de la casa, con forma de hojas de palmera. Vemos también pintados girasoles en muchos rincones. Y en casi todas las habitaciones hay motivos florales. Llama también la atención la decoración de los azulejos de distintas zonas de la vivienda, con clavelinas, la flor que antaño cubría en el gran jardín de la vivienda.
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Sí, digo gran jardín pues en sus orígenes, la zona verde que rodeaba la casa ocupaba ¡toda la manzana! No olvidemos que a finales del siglo XIX esta zona estaba muy alejada del centro de Barcelona y no había más que casas donde los adinerados catalanes pasaban los veranos y sus días de descanso.

Las reformas de la casa Vicens
Las posteriores reformas han modificado la forma original de la casa, la cual incluso sufrió una ampliación en el año 1925, cuando la familia Vicens vendió la propiedad. Por suerte, el arquitecto que tomó el relevo de Gaudí se preocupó mucho de hacer la obra lo más fuel posible de su maestro, y apenas se aprecia la diferencia entre una fase de la vivienda y la otra.

La Pedrera, la última vivienda creada por Gaudí
La casa Vicens es muy distinta a la que fue la última vivienda de Gaudí, la casa Milá o la Pedrera, con un estilo mucho más elegante, refinado. Donde quizá se aprecia con más detalle el genio de un Gaudí más maduro, con una personalidad arquitectónica ya plenamente definida. La comparación entre ambas viviendas es un buen ejercicio de abstracción que permite entender con más claridad la compleja mente del arquitecto.

Por supuesto, la casa Milá o Pedrera (así llamada por el material empleado en su construcción) también está abierta al público. No sólo se puede visitar la maravillosa azotea, con sus curiosas chimeneas que parecen una mezcla entre guerreros, piezas de ajedrez y personajes de la Guerra de las Galaxias.

Y desde donde no sólo se pueden ver fantásticas vistas de Barcelona. También se contempla la Sagrada Familia, la gran obra de Gaudí y al cual dedicó gran parte de su vida. También se puede visitar una vivienda que se conserva casi original. En la que se aprecian esas formas curvas tan características. Sí. Es curioso. Al contrario que en la casa Vicens, no hay en la casa Milá ni una sola esquina, ni un sólo ángulo recto. Tampoco en los muebles, muchos de ellos también diseñados por el maestro de Réus.
Toda la casa es un homenaje a la naturaleza y a Dios, pues Gaudí en aquel momento de su vida se había vuelto un hombre muy religioso. Y en todas sus obras se aprecia esa necesidad de rendir un homenaje al máximo creador.

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A lo largo de la visita a la casa Milá salen el paso muchas anécdotas. Por ejemplo, ¿sabías que la la casa tuvo el primer ascensor electrónico de Barcelona?. Aunque me cuenta el guía que me acompaña en la visita que se incluyó más por “postureo” que por su practicidad, pues, al parecer, se estropeaba con mucha frecuencia.

Una vivienda para burgueses ostentosos
No olvidemos que estas casas de los grandes burgueses catalanes estaban pensadas sobre todo como símbolo de “poder” económico. Eran en su mayoría símbolos ostentosos cuya función era mostrar la riqueza y la importancia de sus propietarios. Estaban concebidas de manera que sus inquilinos pudiesen asomarse a los balcones con el fin de ver, y dejarse ver. Tarea a la que se dedicaban especialmente las mujeres las cuales pasaban muchas horas de “exposición pública” en las ventanas de sus casas.
Gaudí era buen conocedor de estas costumbres, pero su vida estaba muy alejada de los estereotipos de los ricos con quienes trabajaba. Los últimos años de su vida los pasó centrado en la construcción de su gran proyecto, la Sagrada Familia. Allí vivía alejado del mundo. Únicamente acompañado de sus trabajadores y obreros, su única familia. Su concentración era tal que apenas salía de la obra, y no prestaba atención alguna a detalles como la ropa o la pulcritud.

Gaudí, atropellado por el primer tranvía de Barcelona
Por eso nadie le reconoció cuando murió atropellado por un tranvía eléctrico. Al parecer Antonio Gaudí se dirigía a la iglesia para orar. Iba tan absorto en sus pensamientos que no vio el vehículo, el cual le atropelló. Era el primero que circulaba por Barcelona y la gente aún no estaba muy acostumbrada a su visión.
Sin embargo, nadie reconoció a aquel “pobre hombre” con aspecto de mendigo, sin documentación encima. Y como se hacía en aquellos años trasladaron el enfermo, aún con vida aunque muy grave, al hospital (para pobres) de la Santa Creu y Sant Pau donde falleció tres días después, un 26 de junio de 1926. Fueron sus trabajadores de la Sagrada Familia quienes dieron la voz de alarma…

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Visita al maravilloso recinto modernista de Sant Pau
Curiosamente el Hospital de la Santa Cruz (Santa Creu) y Sant Pau donde Gaudí dijo adiós al mundo es otra gran obra del modernismo. Un coloso creado, en una primera fase (1902 – 1913), por el también maestro Lluis Domenech i Montaner. A su muerte, fue su hijo, Peré Domenech y Roura, quien continuó el proyecto y remató la obra (a partir de 1920). Se creó con el fin de ofrecer un espacio agradable a los enfermos con menos posibilidades económicas.

Una obra de arte que funcionó como centro hospitalario desde el año 1916 hasta el 2009, cuando la parte médica se trasladó a un nuevo hospital. Eso sí, en los últimos años su esencia modernista casi había desaparecido fruto de las constantes reformas y ampliaciones del centro.

El complejo modernista más grande de Europa
Por eso, en los últimos años el complejo fue sometido a una intensa y costosísima rehabilitación (que aún continua, por ahora sólo se han restaurado ocho de los doce pabellones). Afortunadamente, se ha recuperado la esencia del hospital y parte del centro ya está abierto al público. Eso sí, no olvidemos que el recinto Modernista Sant Pau está catalogado como el complejo modernista ¡más grande de Europa! y tiene tanto tanto ¡tanto! que ver que compensa dedicarle el tiempo que se merece.

A lo largo del recorrido se atraviesan distintas salas, túneles, galerías y pasillos, a cual más espectacular. Preo lo mejor es que el hospital no sólo era importante por su diseño modernista, sino también por incorporar conceptos revolucionarios en torno a la medicina del momento.

Desde un quirófano donde sólo se trabajaba con luz natural, esquinas redondeadas y cerámicas para favorecer una higiene extrema, luminosidad, sistemas de ventilación revolucionarios. Y conceptos tan innovadores como la confortabilidad de los pacientes favorecida con la existencia de jardines por donde pasear, compartimentos independientes para enfermos de gravedad, salas de visitas…

Entre los muchos tesoros de este hospital destacar también las grandiosas estancias del pabellón administrativo, con tal derroche de decoración y ornamentos que abruma.

Estas tres joyas del modernismo están declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Y son sólo una guinda más en este recorrido por el modernismo en Barcelona, sin duda un destino que provoca pasiones entre los fans de Gaudí y otros grandes nombres de la arquitectura del momento.
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One Comment
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Esta muy bueno tu post amigo excelente tema gracias por publicar temas como este
Saludos 😉