
Curiosidades de palacio de la Magdalena en Sardinero, icono de Santander
Nos vamos a Santander, capital cantábrica que fue durante muchos años el destino de veraneo del Alfonso XIII y su familia. Todo empezó en 1906 cuando el Ayuntamiento de Santander tuvo una brillante idea. El regalo de boda institucional, con motivo de su matrimonio del rey con la escocesa María Eugenia de Battenberg, sería ¡un palacio! Y así fue. Los monarcas aceptaron encantados el obsequio y convirtieron el Palacio de la Magdalena en su casa de verano. La familia real acudió fiel a su cita estival durante 17 años.

Empezamos el recorrido por Santander en uno de sus emblemas más conocidos, el palacio de la Magdalena.
Historia y curiosidades del palacio de la Magdalena
Fue el palacio un regalo municipal pero se construyó gracias a las aportaciones de los locales. Una vez lanzado el concurso, fueron varios los arquitectos que aspiraron a construir la futura casa de verano de la corte. Finalmente, el rey eligió el proyecto de dos santanderinos: Javier González de Riancho y Gonzalo Bringas, ganadores de una lista de ocho candidaturas.
El resultado fue el Palacio de la Magdalena, ecléctico en su estilo, que reina como uno de los iconos de la ciudad de Santander. Las obras comenzaron en 1908 y finalizaron en 1912. Desde 1913, cuando se inauguró el palacio de la Magdalena, hasta 1930, fue la residencia de verano oficial de los reyes. En 1931, con la llegada de la II República, los monarcas se van al exilio y la Magdalena inicia una nueva etapa.
Hay muchas leyendas asociadas a este palacio, por ejemplo la que dice que se diseñó con 365 ventanas para que el rey pudiese contemplar el mar cada día desde una perspectiva diferente. Pero las cuentas no encajan. El palacio tiene más de ¡750 balcones y ventanas!

Santander señorial
El veraneo de los reyes en Santander supuso un cambio radical en la vida y aspecto de la ciudad, la cual se volcó, literalmente, para satisfacer las necesidades de sus ilustres invitados. Poco a poco fueron surgiendo edificios anexos señoriales donde se alojaban los “amigos” de los reyes que visitaban Santander. Instalaciones destinadas a llenar los días de ocio de los visitantes…

Pronto la llamada zona de Sardinero fue adquiriendo ese aire señorial, elegante y regio que aún conserva pasados más de cien años. El Casino, el imponente Gran Hotel Sardinero … aún brillan hoy en día como entonces, con la diferencia de que actualmente todos los santanderinos pueden disfrutar de su oferta.

“Baños de ola” en las playas de Sardinero
También las playas del Sardinero están hoy abiertas a todos. Y es que antaño, la llamada “primera playa” era de uso exclusivo de la familia real. Era allí donde Victoria Eugenia tomaba esos “baños de ola” cuyos beneficios para la salud eran tan publicitados por los médicos de entonces. Cuentan que en ese arenal, todos los años, se habilitaba una gran caseta donde la reina y su hijos se cambiaban y disfrutaban del sol y del mar protegidos de las miradas de los lugareños.
Alfonso XIII era sin embargo más campechano y al parecer que le gustaba pasear por la ciudad, charlar, tomar vinos, comer bien, navegar, montar a caballo y ante todo, disfrutar de la vida y del verano. Y la gente del lugar se esforzaba mucho para conseguir que el rey “gozase” de sus estancias en el norte.
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La Magdalena, abierto al público
Han pasado muchos años pero las huellas de ese pasado regio aún perduran en Santander. El Palacio de la Magdalena, tras dar varios giros (desde que se fueron los reyes ha sido hospital, residencia provisional de los santanderinos afectados por el incendio de 1941. Además, desde 1954 es la sede oficial de la Universidad Internacional de Verano Menéndez y Pelayo, creada en 1932 y cuyos cursos tenían (y tienen) por sede el palacio.
En 1977, el heredero del palacio y quinto hijo de Alfonso XIII, Don Juan de Borbón (a manos de quién retorno tras la muerte de Franco) vendió el edificio al Ayuntamiento por 150 millones de las antiguas pesetas. Desde entonces, además de utilizarse para eventos y congresos, bodas… el palacio está abierto al público.

Al recorrer el interior del señorial edificio, uno entiende mejor cómo era la vida de la realeza en aquellos veranos de principios del siglo XX. Es fácil imaginarse a todos ataviados con sus mejores ropas para asistir a una cena en el elegante comedor de gala.
O sentir la música en el curiosamente pequeño salón de baile, habitación que, me apuntan, era la favorita de la reina, quien por cierto, se encargó personalmente de decorar gran parte del palacio, con el fin de que fuese cómodo,alegre, y alejado del estricto protocolo que se vivía en Madrid. Asimismo, el parque que rodeaba al palacio era muy parecido al del Palacio de Balmoral, en Escocia, donde nació la reina a la que muchos llamaban cariñosamente Ena.

Sorolla y Victoria Eugenia
Entre las sorpresas, el retrato que Joaquín Sorolla pintó de Victoria Eugenia y que aún se conserva en el salón donde hacía vida la familia en el día a día. Un poco oculto pues al parecer a la escocesa no le gustaba nada ese cuadro donde se la ve con mantilla española y en una postura demasiado informal, que no era digna “de una dama”.

Curioso es también el cuadro del barco del rey que luce en el que fue el despacho de Alfonso XIII, donde se lee que tenía un nombre muy peculiar: el “Fackun tu Zin”, Así llamado por el propio monarca en alusión a un plato “extraño” comió un día en los Picos de Europa. Curiosamente, ni más ni menos que unas “fabes con tocino”.

No te vayas del palacio sin contemplar el cuadro de los Infantes que hay en el hall principal donde se ve a Alfonso, a Don Juan (el bebe), Jaime, Beatriz y Maria Cristina.
No todo el palacio es visitable. Hay restricciones. Cuando Don Juan, Conde de Barcelona, vendió en palacio puso dos condiciones. La primera, que se mantuviesen cerradas varias habitaciones del palacio, las cuales servirían de alojamiento para sus descendientes cuando visitasen Santander. Y segunda, que el parque anexo fuese público y abierto a todo el mundo.

Santander, ciudad con tres faros
El caso es que la visita al Palacio de la Magdalena está llena de historias grabadas en la piedra con el paso de los años. Mi consejo es que te tomes tu tiempo para la visita y disfrutes no sólo del interior del palacio.
Aprovecha para pasear por el jardín, siéntate en uno de los bancos que hay y disfruta de las vistas a la bahía, con la isla de Mouro con su faro y la playa del Puntal al frente. Pasea hasta el embarcadero donde verás otro pequeño faro, el de la Cerda, que se encendía cuando Alfonso XIII, gran aficionado a la náutica, llegaba en barco al palacio.

Acércate hasta el pequeño zoo con animales marinos como focas, pingüinos… que hay oculto entre las rocas en un lateral del parque.

Visita el Museo del Hombre y de la Mar, una réplica al aire libre de embarcaciones míticas con una sirena como guardiana.

Por supuesto, sal del recinto palaciego y acércate hasta el Sardinero. Disfruta de sus playas, que son varias (la del Camello, la de la Concha, Sardinero uno y al otro lado de los jardines del Piquío, Sardinero dos.

Si te gusta caminar, sigue por el paseo hasta llegar a Mataleñas, donde hay un campo de golf y sigue hasta llegar al tercer faro de Santander, el de Cabo Mayor.

La bahía más bella del mundo
Y disfruta desde este punto las vistas de un espectáculo sin rival. No olvides que estás ante una de las “bahías más bellas del mundo”. No es una exageración mía. Santander es la única ciudad española incluida en un selecto club internacional que agrupa a los 38 litorales más bellos del planeta. Si hace sol, aprovecha para dar un paseo en barco que te ayudará a comprobar que algo de cierto hay en esta catalogación.

Con razón los santanderinos están tan orgullosos de su ciudad. Con razón esta tierra ha enamorado a reyes. Con razón esta urbe conquista a todo el que se acerca a visitarla. Como dirían en el sur, Santander tiene “duende”. ¿Estás de acuerdo?


2 Comments
Juan
Sin duda la de Santander es una de las bahías mas bellas del mundo pero el hecho de que no este también en la lista la de la Concha resta algo de credibilidad a esa lista.
Luis Fernández del Campo
Hola. Los 3 galeones que se encuentran en la Magdalena, no son réplicas; son los originales y auténticos con los que el navegante santanderino Vital Alsar recorrió todo el Amazonas, cruzando después el Atlántico hasta Santander.