
Tentaciones imprescindibles de Bangkok, qué ver y hacer en la capital de Tailandia
La capital de Tailandia es una de las ciudades más interesantes de oriente. Donde conviven viejos templos ancestrales con hoteles vanguardistas, donde los masajes tradicionales combaten males modernos. Repleta de mercados en los que reinan las marcas occidentales. Contrastes que conviven en armonía. Desordenada pero hospitalaria, también conocida como la ciudad de la sonrisa, seña de identidad del afable carácter tailandés.
Bangkok es una ciudad maravillosa pero gigante, extravagante y desordenada. Habitada por más de diez millones de personas. Por tanto, destino al que debemos acudir con cierta planificación y con la palabra prudencia grabada. Pero sin miedo. Pocas urbes hay tan hospitalarias como la capital de Tailandia.
LA MEJOR ÉPOCA PARA VIAJAR A TAILANDIA
La mejor época es entre noviembre y febrero, cuando llueve menos y las temperaturas son más bajas. Sin embargo es en julio y agosto cuando más visitantes españoles recibe la capital tailandesa. Si no tienes otra fecha para hacer el viaje no te preocupes. La estación de monzones (de julio a octubre) puede ser incómoda en las zonas rurales, pero en Bangkok, no hay problema. Las lluvias suelen ser intensas pero pasan rápido y llueve sobre todo por la tarde. Basta llevar un calzado adecuado, chubasquero y listo.
Masaje de bienvenida en el Wat Pho
“Sawatdi krab”, “hola” en tailandés. Acabas de llegar a Bangkok. Estás cansado tras muchas horas de vuelo y atontado por el jet lag. No te preocupes, tenemos el remedio para superar ese pequeño problema. ¡Un masaje y te quedas como nuevo!.
Hay muchos lugares donde disfrutar de ese placer cotidiano para los tailandeses. Mi consejo es que te dirijas al Wat Pho, donde se ubica la Escuela Tailandesa de Masaje y Medicina Tradicional. Zona donde encontrarás los mejores masajes, los auténticos, a precios más económicos que en los hoteles o establecimientos más preciosistas.
Eso sí, olvídate de una esas estancias decoradas con flores y olor a incienso. Aquí los masajes son de “batalla”, muchos de ellos impartidos por estudiantes formándose en este arte que a la vez es una costumbre típica en Tailandia.
El ritual es el siguiente. Te ponen un calzón y te tumbas en una colchoneta. El “profesional” que te corresponda jugará, literalmente con tus extremidades, tirando de aquí y de allá. Sin hablar. Presionando todo el cuerpo y haciendo caso omiso a gritos, rugidos o gemidos varios. Así durante una hora, corta y eterna a la vez.
El día que lo probé, cuando la masajista se bajó ¡por fin! de mi espalda mi cerebro había olvidado el significado de las palabras jet lag, avión y cansancio. Realmente el masaje fue una bendición que me dejó en plena forma para disfrutar del resto de un viaje que sólo acababa de empezar.
El Gran Palacio Real de Bangkok
Una vez recuperados y con el cuerpo como una jota tras los estiramientos tailandeses toca dar un paseo por el que quizá es también el lugar más visitado de la ciudad. El Gran Palacio, ubicado en la llamada isla de Rattanakosin, en la misma zona del Wat Pho.
Un conjunto superlativo donde el viajero se empapa de los rituales del budismo y de la esencia de Asia a la vez que no deja de maravillarse ante la escandalosa hermosura del centenar de edificios singulares repartidos en 945.000 metros cuadrados.
Visita que recomiendo hacer a primera hora tanto por la tranquilidad, antes de que lleguen las hordas de autobuses, como para evitar el calor.
Es también el lugar donde se ubica el templo del Buda Esmeralda (Wat Phra Kaew) una diminuta figura de jade, que mide sólo 75 centímetros de alto al que los tailandeses (y más pueblos asiáticos) veneran con absoluto fervor. Por eso está siempre rodeado de flores y ataviado con curiosas vestimentas que cambian según la estación del año.
El buda reclinado
Las reducidas dimensiones del Buda Esmeralda contrastan con su colosal vecino, el Buda Reclinado con más de 46 metros de base y unos 15 metros de alto, recubierto de pan de oro. En realidad el templo del Buda Reclinado es una parte del antes mencionado complejo del Gran Palacio Real, pero se accede por separado.
Durante la visita al templo, se observa como los tailandeses vienen aquí a rezar, pero también a pasear, a hacerle ofrendas a Buda, a conocer gente, a llorar, a reír, a estudiar… Al contrario que en nuestras iglesias, en los templos budistas casi todo está permitido. Menos enseñar los hombros y las piernas, así que mucho ¡ojo! con el vestuario. Camisas con mangas, pantalones y faldas largas y zapato cerrado del que hay que desprenderse al entrar en los templos. Nunca te sientes apuntando con los pies a una imagen de Buda, siempre con los pues hacía atrás.
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La ciudad de los monjes
No te extrañe si ves por todas partes monjes con la cabeza rapada y vestidos con túnicas naranjas. El 95 % de los tailandeses son budistas therevada. La religión obliga a los hombres a hacerse monjes en algún momento de su vida.
Durante ese periodo, ingresan en algún monasterio, se visten con los hábitos correspondientes, pasean con su cuenco para la comida. Dedican el periodo monacal a meditar y a estudiar las escrituras budistas. Algunos deciden ordenarse para toda la vida. En Bangkok hay más de medio centenar de templos budistas y por eso se ve tanto movimiento de jóvenes religiosos.
Si te interesa mucho el budismo, puedes acudir a una clase de meditación en el Centro Internacional del Budismo en el Wat Mahathat. Y si eres supersticioso, no dejes de pasarte por el llamado mercadillo de los amuletos sagrados, justo en frente. Entre los clientes monjes, turistas curiosos personajes extraños de profesiones curiosas.
Consumismo loco
En Bangkok pronto se hacen conquistas importantes. En pocas horas logramos un cuerpo nuevo gracias a los masajes y un espíritu limpio gracias a la paz de Buda. Pero hay una tercera meta, más frívola, que todo viajero pone en práctica cuando visita este país: comprar, comprar. Y comprar.
Tailandia es una locura para los amantes del shopping, para los caza-gangas, los busca tesoros, los adictos a las falsificaciones, los frikis de los objetos curiosos, de las chorradas… todo se vende. La tentación consumista es continua y revelarse contra ella es casi imposible.
A la hora de salir de compras las opciones son muchas. Si tu paso por Bangkok coincide en fin de semana, es casi obligado visitar el superlativo mercado de Chatuchak que abre viernes, sábados y domingos. ¡Ocupa 14 hectáreas y acoge más de 15.000 puestos!
La media de visitantes diarios ronda las doscientas mil personas. ¡Hay tanto que ver y que adquirir! Y esa mezcla de olores: a comida, a humanidad, a especias, a cuero, a humedad, a cansancio, a animales… Hay bancos, cajeros automáticos y oficinas de información donde facilitan planos del laberinto.
Otra opción muy turística y muy típica es acudir al Mercado flotante de Damnoen Saduak. Se celebra a las afueras de Bangkok, en el cauce del río Naam Tha Chin y sólo abre sábados y domingos. Antaño en estos mercados se vendía sobre todo fruta y verdura, pero actualmente han perdido su esencia y sólo ofrecen productos de artesanía y recuerdos para conquistar a los turistas. La parte triste es ver como entre los vendedores hay muchos niños.
Para consumistas más amantes del orden están los centros comerciales. Hay muchos repartidos por toda la ciudad pero el más grande y concurrido el Mah Boon Krong Center, más conocido como el MBK, que es como un mercadillo cubierto de ¡siete plantas! Está en la plaza del Siam, el corazón comercial de Bangkok.
Mucho más formal es el vecino y flamante Siam Paragon, donde encontramos las tiendas, auténticas, de las mejores marcas internacionales. Donde ya no se admite el regateo obligatorio de los mercadillos. Su moderna estética contrasta con las casas destartaladas de madera que complementan este barrio, restos de un espíritu que aún permanece.
SABÍAS QUÉ: Muy cerca del MBK encontramos la casa museo de Jim Thompson. Un neoyorkino afincado en Bangkok que desarrolló un mercado en torno a la seda convirtiéndola en un objeto de lujo y casi casi de culto. La marca se vende en muchas tiendas. Su mansión es un tesoro de la arquitectura y el arte tailandés.
La Venecia de Oriente
O también llamada la ¡Venecia del este”. La culpa de estos apodos la tiene el río Chao Phraya, el “río de Reyes” el cual serpentea por Bangkok y conecta unas zonas con otras a través de un entramado de canales muchos de ellos navegables. Son los llamados khlongs y son una atracción en sí mismas. Por ellos circulan no solo barcos turísticos, sino que son muchos los tailandeses que viven de cara a este recurso por el que navegan también canoas particulares y grandes barcazas de arroz. También es habitual encontrarse con niños bañándose en sus aguas.
Las puestas del sol con el Chao Phraya como protagonista hechizan hasta a los detractores de esta gran urbe.
PASEO EN BARCO POR LOS CANALES DE BANGKOK
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Paseos en tuc – tuc
A la hora de moverse por Bangkok hay muchas opciones. Por lo pronto la ciudad está equipada con un llamado Sky Train (metro aéreo). También con una cómoda red subterránea de transporte con parada en los principales hoteles y centros comerciales y turísticos
Otra opción es desplazarse en taxi. Hay muchos y circulan continuamente. Pero en este caso toca llamar a la prudencia pues algunos son un poco pillos. Mi consejo es que antes de aceptar el viaje preguntes cuánto va a ser el coste final. Y mejor fíjate al subir si el vehículo tiene taxímetro.
La opción más original para moverse por Bangkok es en tuc- tuc. Especie de moto-taxi que circula veloz entre los coches, que viven en un continuo atasco. El tuc-tuc es rápido y barato si se compara con un taxi tradicional, pero antes de subirse, conviene saber que tres personas mueren cada hora en Bangkok en accidente de tráfico. Y que sus conductores no siempre son muy honestos con las tarifas.
MEJOR CON UN SEGURO EN LA MALETA
Bangkok es una ciudad segura pero imprevisible, por eso es MUY IMPORTANTE llevar siempre contratado un buen seguro de viajes. En este enlace puedes contratar el tuyo con un 5% de descuento.
Espectáculos para parejas
Llega la noche y descubrimos que esta ciudad no duerme. Para comprobarlo hay que acudir al Silom, la arteria principal del distrito financiero, donde se ubican muchos de los grandes hoteles y las torres de oficinas.
En esta arteria se encuentra también el Pat Pong, el barrio rojo de Bangkok. Una plaza donde los puestecillos callejeros repletos de productos falsificados (algunos son copias bien hechas y por tanto caras) conviven con los también típicos bares de alterne.
Las go-gós desfilan por las barras como si de una pasarela de París se tratase. Cuentan que en los últimos años han aumentado los atrevidos espectáculos “picantes” pensados para parejas… pero un consejo. ¡Ojo con estas ofertas!: mejor evitar todo aquello que no inspire confianza… aunque Bangkok es una ciudad segura, la delincuencia existe. Y más en estos ambientes.
El paraíso de la comida callejera
La gastronomía tailandesa es una de las mejores del mundo, pero en Bangkok se percibe también la influencia de las cocinas de otros países del entorno, lo cual genera una oferta muy rica desde el punto de vista culinario.
Hay locales para todos los presupuestos, pero cabe dedicar unas líneas a los puestos callejeros donde se ofrecen recetas buenas y abundantes por pocos euros.
Aunque las nuevas leyes están luchando por regular estos “carritos”, puede decirse que hoy por hoy, la calles de Bangkok son el restaurante más grande del mundo. Suelen estar limpios y observar como se prepara la comida es, al menos para mi, un aliciente que ayuda a decidirse por un puesto u otro.
A la hora de elegir qué comer, lo primero, advertir que la comida thai tiende a ser picante. Si no te gusta que te arda la boca, aprende a decir “mai pet” (no picante), aunque no te harán caso. Da igual que el camarero sonría y repita enseñando su dentadura «no pica, no pica». Es mentira. Siempre pica. Al menos un poquito. No hay nada que hacer contra ello. La comida picante forma parte de su cultura, igual que los masajes, que la hospitalidad, que el buen servicio o la sonrisa.
El arroz y los tallarines tailandeses
Asumido el picor, toca explicar que el arroz es el ingrediente esencial de la cocina tailandesa, también hay muchos tipos de tallarines. Entre los platos más típicos destacar el phat thai, fideos finos de arroz salteados con gambas, soja, tofu y huevo. En los carritos se venden muchos fritos o salteados (phàt).
El maloliente y curativo durian
Hay también variedad de frutas exóticas. Como la peluda dragon fruit. El rambután. O el durian, manjar vetado en hoteles y transportes públicos por su desagradable aroma a cloaca.
Su mal olor no le resta valor entre los locales que no dudan en calificar la fruta como su mejor manjar. No sólo por su delicioso sabor o por su suave textura gelatinosa. Se dice que es además muy nutritivo, remedio eficaz contra ciertos parásitos, calma la fiebre y ¡tiene efectos afrodisiacos!. ¿Te animas a probarlo?
Una copa en el tejado
El skyline de Bangkok es espectacular y son muchas las torres que han habilitado restaurant3s o bares en sus tejados, el mejor lugar donde tomar una copa rodeado de gente guapa y disfrutando de unas vistas increíbles.
Con razón presume por ser la de ciudad del mundo con más oferta de skybars. Un rascacielos sin rooftop Bar no se plantea, es casi una deber obligado para sacar partido al punto más alto.
A la hora de elegir a cuál acudir ir es importante estar al día de las últimas tendencias. Los hay míticos como el Sirocco, famoso por aparecer en la segunda parte de Resacón en Las Vegas, la titulada Resacón 2: ahora en Tailandia.
CENA EN EL RASCACIELOS MÁS ALTO DE BANGKOK
Reserva aquí tu cena en la torre Baiyoke, que presume por dar cobijo al sky-hotel con un observatorio en el piso 77 y un escenario giratorio del piso 84. ¡Muy recomendable!
¿Hace falta visado para viajar a Tailandia?
Cierro este post con una información útil sobre la documentación necesaria para los españoles que quieran viajar a Tailandia. Para estancias inferiores a 30 días no hace falta visado, sólo el pasaporte en vigor con validez de 6 meses. Tampoco es necesario ponerse vacunas.
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One Comment
Laura Martinez
Les comento que Mi mayor miedo era irme a este país que desconocen lo que es la celiaquia y en este caso, pude sentrime confiada en dejar en vuestras manos mi paseo a un mundo nuevo a Sildavia Viajes me saco de dudas de mucho para que todo saliese perfecto, he sentido una dedicación personalizada, con un grupo reducido, creando un ambiente idílico. Sin lugar a dudas volveré a viajar con vosotros. Mi novio y yo hemos tenido las mejores vacaciones de nuestra vida, que nunca olvidaremos.