Un chapuzón en la nieve

Lo hice. He tomado una sauna y al salir me he tirado, semidesnuda, ¡en la nieve virgen! Que sensación. El cuerpo sale caliente de la sauna y al entrar en contacto con la gélida nieve el calor se desprende como humo. Y no se siente el frio. De verdad. Me he pasado casi un minuto tumbada en la nieve sin notar los tres grados bajo cero que marcaba el termómetro.

Como siempre, tengo fotos que prueban que todo lo que cuento es verdad y no fruto de mi imaginación. Insisto. Yo sólo hablo y opino de lo que he visto y vivido y me gusta aportar pruebas. Pero quienes quieran ver mi foto en la nieve tendrán que esperar a que pueda descargarla en mi disco duro el próximo miércoles que ya estaré de vuelta en casa.

Con los textos no tengo tanto problema. Escribo y actualizo desde la blackberry y aprovecho las horas muertas para redactar los posts. Como ahora que voy en un autobús rumbo a Oravi, un pueblecito donde comienza el parque natural del Kolovesi, un pequeño paraíso de hielo que pensamos atravesar patinando sobre el lago Saimaa helado hasta llegar a otro pueblecito llamado Rantasalmi donde esta la cabana donde dormiremos esta noche.

Desde la ventana del autobus veo un paisaje nevado hermoso. El sol que ya luce (si, en Finlandia también hace sol) incrementa el blanco intenso de todo lo que rodea y el tono rojizo tradicional con el que se pintan las cabañas en esta zona del mundo. Es mágico.

Llaman la atención las señales que advierten del peligro a que se crucen alces en la carretera. Y me cuenta el conductor, Veijo Pulkka, que no es un mito. Que es habitual ver alces cruzando o pastando en las orillas de la carretera.
Yo, lamentablemente, aún no he visto ninguno, pero todavía me quedan varios dias de viaje. A ver si tengo suerte.