Republica Dominicana

Viajar sin billete de regreso, por motivos laborales

Es un placer entrar en esta web y comprobar que somos cada vez más, los que compartimos el vicio por descubrir el mundo. Una adicción que en los últimos meses está sobrepasando la frontera de la mera visita turística para convertirse en una opción laboral.

No se si es casualidad pero en mi entorno personal cada vez son más los amigos que han hecho las maletas para asentarse definitivamente en otro rincón del mundo, todos por motivos laborales.

Maletas viejas de Louis Vuitton

Hace unos meses hablaba en un post de cómo muchas mujeres llegado un momento de su vida se ven obligadas a elegir. Que han tenido que renunciar a ascensos, o a hacer realidad sus sueños después de ser madres. Una vez que se tienen hijos, tienen que decidirse por una vida aventurera y llena de viajes o una alternativa más sedentaria que les permita criar a sus hijos. En resumen;  carrera o sueños por un lado y familia, por otro. En la mayoría de los casos, no se si por suerte o por desgracia, suele ganar la segunda opción.

En el caso de los hombres a veces ocurre lo contrario. Llegado un momento, con la familia ya a cuestas, se plantea la decisión de marcharse muy lejos a desarrollar un proyecto nuevo (y de paso hacer caja) o quedarse estancado. En esos casos suele ganar la primera opción: volar lejos en busca de una buena oportunidad profesional porque la familia vale, es muy importante, pero mantenerla cuesta mucho. Como dice un amigo que de esos que se pasa la vida en un avión recorriendo Asia de punta a punta: “hay que llenar la nevera todos los meses”.

Y a veces, las ofertas golosas no están a la vuelta de la esquina.

Por eso, un buen amigo justo estos días acaba de lanzarse y se ha instalado en Santo Domingo, animado a relanzar un proyecto en un país complicado como es La República Dominicana, goloso para irse de vacaciones pero peliagudo como destino laboral. Se ha ido solo, su familia se ha quedado en casa esperando a que el tiempo ayude a tomar una decisión sobre qué hacer en un futuro cercano. Quizá le veamos un día de estos en “Españoles por el mundo”

Tengo otro amigo al que le ha salido una oportunidad tentadora en San Francisco. Y allá se fue, pero éste con la familia a cuestas: mujer y cuatro hijos. ¡Toma ya!. Hace poco su mujer me envío un correo. ¡”Estamos encantados!. Me la imágino cruzando todos los días el Golden Gate y me da una envidia (sana) que me mata.

San Francisco, la capital del cinematográfico Golden Gate
El Golden Gate

Se otra pareja que va a tener que separarse en los próximos meses porque a él le ha salido un asuntillo en Nueva Zelanda. De otro matrimonio que vive separado porque él se pasa medio año en la República Democrática del Congo, donde él tiene todos sus negocios. Y conozco otra familia, que aunque viven juntos bajo el mismo techo en suelo español, él se pasa más de veinte días al mes fuera de casa y tiene en su haber mas horas de vuelo que el piloto más veterano. Y cuando no viaja casi es peor porque sus jornadas laborales son eternas.

Y tengo otra amiga que acaba de renunciar a una buena promoción interna porque el puesto en cuestión que le ofrecían requería residencia en Singapur. Esta última, la que renunció al ascenso, es una mujer.

En fin, que en el fondo creo que les envidio, tanto a los que se han lanzado como a los que han tenido la oportunidad de elegir. Creo que yo estoy harta de ser viajera, de ser turista profesional y que ha llegado el momento de enfrentarse a una experiencia  internacional de verdad, de esas que surgen sin billete de vuelta. Echar raíces es fácil, pero creo que también es agobiante. Si la oportunidad de nuestra vida surge en cualquier otro lugar del mundo, no hay que dudar. Hay que lanzarse a la aventura. Esa es al menos mi opinión. Si la cosa sale bien, ¡Olé!. Y su sale mal, siempre hay alternativas.

Pero por desgracia a mi me llueven las oportunidades de viajar, sí, pero siempre con billete de regreso.

Si estuviéramos más acostumbrados a la movilidad probablemente sería más fácil encontrar trabajo, las empresas tendrían empleados con más experiencias, las plantillas no estarían llenas de funcionarios con contratos blindados de más de veinte ¡o treinta! años de antigüedad. Es esta una reflexión que si no se explica bien puede resultar superficial, pero este no es un blog de economía y no quiero explayarme opinando sobre temas que no me pertenecen Pero creo que la sensación de movimiento no sólo es sana y rentable, sino que además, insisto: el hombre, en esencia, es un ser nómada.

Así que aprovecho este post para animar a todos esos buenos amigos que se han lanzado a vivir esa experiencia (y que se que me leen). Y tengo claro que EL DÍA QUE ME TOQUE HACER LAS MALETAS PORQUE LA SITUACIÓN ECONOMICA, POLITICA O PERSONAL ASI LO REQUIERA, LAS HARÉ. Lo tengo claro.

Así que ya sabéis, si alguien sabe de una buena oportunidad laboral lejos muy lejos de aquí que me avise. Hago las maletas en un santiamén.

Las maletas blancas, seña de identidad de La Viajera Empedernida

Hace unos días me hablaron de la posibilidad de marcharme a trabajar a Laponia… lamentablemente resultó un proyecto fallido. Pero ¿no hubiera estado mal. Se imaginan escribir este blog desde un destino como ese. ¿Me seguirían mis posts desde el hielo?

¡Suerte a todos esos viajeros aventureros!

15 Comments

  • Siba

    Tener una experiencia internacional debería ser obligatorio. Afortunadamente cada vez se tiene eso en cuenta en la formación. No se nosotros pero la generación que viene no tendrá mas remedio q plantearse la movilidad como forma de vida. Son las leyes de la aldea global.

  • Chic

    Sin duda si alguien tiene ganas de marcharse este es el mejor momento. En Espana la cosa esta muy fea. Pero no tengo claro si fuera de aquí las cosas estarán mejor. Quizá mejores sueldos en algunos sectores pero a cambio creo q fuera se pierde calidad de vida. Suena tópico pero soy de las que piensan que aquí se vive muy bien, a pesar de la crisis. Y sigo con tópicos. Mas vale malo conocido que bueno por conocer. Resumen. Yo me quedo en casa.

  • Francisco Alonso

    Salir a trabajar fuera de tu país te enriquece personal y profesionalmente.

    Tal y como está ahora España es el momento de intentarlo.

  • susana

    Me gusta mucho este posts.
    A mi también me gustaría que mi empresa me mándase a trabajar fuera de nuestras fronteras o que me llegase alguna oferta laboral lejos de aquí. Seguro que sería como poco, una experiencia muy enriquecedora.
    Gracias por acordarte de los que se encuentran a unos cuantos kilometros de aquí apostando por un futuro más certero.

  • susana

    Me encantó este artículo porque refleja con casos reales el mundo en el que ahora nos toca vivir laboralmente hablando y

  • María Jesús

    Sí. Te seguiríamos desde el hielo, con el optimismo que pones en los viajes nos trasmitirías todo lo maravilloso que tiene esa tierra, la tranquilidad y paz que se respira. No digo que uno se quede ya allí para siempre (la morriña, etc,… etc…). Pero un tiempo me gustaría.

  • Carol

    De verdad te irías a Laponia? Dios mío. Yo NI LOCA. A santo Domingo me lo pensaría. Pero a vivir seis meses en la oscuridad y a 40 grados bajo cero? NO. NUNCA. Ni para hacer caja.

  • viajerín

    Hombre,tu amigo el de Santo Domingo tiene una cosa buena,y es que ya está más cerca de los USA.

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