
Viaje a Gante, Flandes, ciudad Erasmus donde nació Carlos I
La tercera ciudad belga es interesante por su antigüedad, por su importancia histórica como cuna de Carlos I de España y V de Alemania, por su patrimonio. Y por su animado ambiente universitario.
Escondida al norte de Flandes (en Bélgica), Gante es una de las ciudades más encantadoras de Europa. Y quizá una de las más desconocidas, al menos entre los no universitarios. Los estudiantes, sin embargo, saben bien los secretos de la localidad digna de un cuento de hadas. Hoy por hoy, ninguna otra urbe belga puede ofrecer esta interesante mezcla: edificios históricos, mucha marcha y una vida cultural intensa. Ingredientes cuyo sabor se ha acentuado en los últimos años, desde que comenzó la invasión de Erasmus. Como referencia, dos datos: Gante tiene 230.000 habitantes y acoge a ¡más de 70.000 estudiantes!

Una vez ubicados, toca dar un paseo. Quizá, lo que más llama la atención en una primera mirada son los canales. No olvidemos que Gante se sitúa entre la unión de los ríos Lys y Escalda. Sí a ese conjunto de agua, barcos y ¡más de ochenta puentes! sumamos la belleza de las pintorescas casas escalonadas que dan forma al centro histórico, con fachadas esculpidas y rebosantes de historia, el resultado es una escenografía única. Pasear por sus calles adoquinadas (consejo: deja los tacones en casa) es un placer.

Empezamos el recorrido por el puente de San Miguel (St. Michielsbrug), uno de los escenarios más fotografiados de Gante. Adonde se llega tras atravesar Graslei (el muelle de los herboristas) y Korenlei (el muelle de los graneros), las dos calles más bellas de la ciudad. Donde los estudiantes y los ganteses suelen sentarse a charlar y tomar cervezas a orillas del río protegidos por las hermosas fachadas que datan de los siglos XII y XVII.

Este puente es también el mejor punto desde donde admirar los tres símbolos de la ciudad: la torre de la catedral de San Bavón, el Campanario (Belfort) y la Torre de la Iglesia de San Nicolás. Al contemplar la estampa uno entiendo por que Gante es también conocida como “la ciudad de las tres torres”.
Caminamos rumbo a la plaza donde reina la torre Belfort, el campanario municipal ¡de 95 metros de alto!, coronada por la escultura de un dragón que vela por todos los ganteses. Se levantó como símbolo del poder de los gremios medievales.

Otro monumento imprescindible es el Gravensteen o Castillo de los Condes, castillo medieval colosal, construido en el siglo XII por orden de los Condes de Flandes y que actualmente acoge un museo dedicado a la tortura donde encontrarás piezas “curiosas” como una guillotina o un aplastapulgares. Cerca está la Lakenhalle, o sala de los tejidos, donde se vendían los productos de la rica industria textil medieval de Gante. Y donde hoy se haya la moderna oficina de turismo cuya mesa interactiva bien merece una visita.
La adoración del Cordero Místico
Volvemos a la plaza de Sint Baafs Plein para entrar en la catedral de San Bavón, no sólo para disfrutar de la belleza del edificio, donde conviven el Románico, el Gótico y el Barroco.

En el baptisterio de la iglesia está expuesto el cuadro de los hermanos Hubert y Jan Van Eyck “La adoración del Cordero Místico” que conquistará, seguro, a los amantes del arte, aunque ¡ojo! Su ubicación en una pequeña habitación y rodeada de cristales de seguridad que emiten reflejos creo que no es la adecuada para contemplar tamaña obra de arte que creo merece un tratamiento mucho más especial. Aunque entiendo la extrema seguridad pues estas tablas ostentan el título de ser la obra de arte que más robos ha sufrido a lo largo de su historia. Y ha tenido dueños variopintos, desde Felipe II, pasando por Napoleón Bonaparte o el mismo Hitler. No dejen de visitarla pues realmente es un retablo digno de admiración.
Gante, urbe natal de Carlos I de España y V de Alemania
En la misma catedral, otra curiosidad. Aquí se conserva la pila bautismal donde fue bautizado Carlos I de España y V de Alemania, sin duda, el gantés más famoso, (en Flandes conocido sólo como Carlos V). Y uno de los hombres más poderosos de la historia europea.

El primer monarca español de la casa de Austria (hijo de Felipe el Hermoso y Juana de Castilla (la Loca) y nieto por línea materna de los Reyes Católicos), nació en esta localidad flamenca un 24 de febrero del año 1500. Y pasó aquí una buena parte de su infancia.
Cuentan que el día de su nacimiento cayó una gran nevada y Gante era un barrizal de agua y nieve. Eran los años de la llamada “pequeña edad del hielo” , una época gélida en la que las temperaturas bajaron de manera extrema, germen de plagas, pestes, guerras y supersticiones como la existencia de brujas, seres malignos a quienes se hizo responsables de tantas calamidades. Y que los maestros flamencos plasmaron en sus obras.

A pesar de las calamidades, Gante, cuyos habitantes eran hábiles comerciantes, reinaba entonces como una de las ciudades más prósperas de Europa, hecho que se intuye al ver la abundancia de edificios históricos con siglos de antigüedad.
Huellas de Carlos I en Gante
Al pasear por la ciudad, también se observan restos que evocan la huella del emperador. Lamentablemente, no se conserva casi nada del palacio donde nació Carlos I. Sólo una placa recuerda al viajero que se está caminado por el llamado Prinsenhof, es decir la que era la “corte de los príncipes”.
Como homenaje, en este entramado de calles se alza una escultura del monarca, la única en toda la ciudad.

También se puede ver su rostro esculpido en la fachada renacentista de De Gekroonde Hoofden, o casa de las cabezas coronadas, donde la cara del hijo más ilustre de Gante luce junto a los retratos de otros grandes de Flandes, desde Balduino de Constantinopla a Felipe II.

El desfile de la soga al cuello
La huella de Carlos V en Gante también se aprecia en las costumbres. Lo primero, dejar claro que la relación del emperador con su ciudad natal no fue todo lo buena que se esperaba. No se han olvidado los ganteses de que Carlos V les impuso un doloroso castigo, el peor para una ciudad rica por su actividad comercial: ¡una elevada subida de impuestos!
Los ganteses se negaban a financiar las guerras del emperador y protestaron. Furioso ante la rebelde reacción de sus súbditos, Carlos V obligó a los nobles de Gante a desfilar ante él ¡descalzos, ataviados con una camisa blanca y una soga al cuello, como unos ahorcados!
Curiosamente, este lamentable episodio ha pasado a la historia de la urbe como un símbolo. Así, hoy día, a finales de julio, durante la fiestas, se celebra una procesión en la que distintas personalidades recorren la ciudad vestidos como sus antepasados, incluida la soga al cuello, hasta llegar al castillo de los Condes, donde lanzan toda la ropa al fuego en señal de rebeldía (y ante los aplausos de los espectadores que allí se concentran).

De compras por Gante
¿Saturados de arte y de historia? Vale, pues nos vamos de compras al centro, semipeatonal, lleno de calles comerciales. Si la visita coincide en fin de semana no te pierdas los mercadillos que se instalan en las plazas del casco donde encontrarás de todo: flores, ropa, aves, antigüedades, curiosidades…
Ah, y no dejen de llevarse mostaza, chocolate, y una bolsa de “narices”. Un bombón con forma de cono y sabor a frambuesa (cuberdon en flamenco) que se vende por todas partes.

Hablando de comida. No te vayas de la ciudad sin tomar una sopa en alguna de las soperías que encontrarás mientras paseas. Hay muchas. Y ofrecen sopas de mil sabores: de tomate, de brócoli y cómo no, la waterzool, la más típica de la zona con zanahoria, pollo y patatas, de todo.
¿Algún consejo que añadir sobre Gante?

